Un flaco favor - 1 de Febrero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 555038974

Un flaco favor

De la primera prácticamente no hay nada que decir, más allá de que el épico relato de sobrevivencia de Louis Zamperini (Jack O'Connell), un soldado de la fuerza aérea estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, está contado con un sadismo muy particular, que pone extremo énfasis en las torturas físicas por las que pasa Zamperini e incluso se atreve a realizar paralelos entre su sufrimiento y la figura de Jesucristo. Extraña película, pero más extraño es que alguien la haya tomado en serio.

"El código Enigma", en tanto, es candidata a ocho Oscar y un orgullo de la industria inglesa. La cinta sigue al matemático Alan Turing (Benedict Cumberbatch) también durante la Segunda Guerra Mundial, cuando es reclutado por la inteligencia británica para integrar el equipo que descifraría los mensajes con que Alemania organizaba sus movimientos y ataques, elaborados mediante un sofisticado aparato de encriptación conocido como "Enigma". Turing era gay y buena parte de la cinta, mediante flashbacks y saltos en el tiempo, se dedica a ilustrar este hecho, al mostrar, por un lado, su primer amor en Cambridge y, por el otro, la investigación a la que fue sometido en 1952 por conducta homosexual, penalizada en la Gran Bretaña de entonces.

Los énfasis de la película son bastante evidentes y se juegan en un sentido claro: mostrar a Turing como un hombre excéntrico y torturado, víctima de una sociedad que no reconoció su genio ni respetó su homosexualidad. Vista así, la cinta se juega en la cancha de otras tantas películas que retratan actos horribles y arbitrarios del pasado reciente, como la esclavitud en Estados Unidos, la persecución de los judíos en la Alemania nazi o la discriminación racial vigente en Estados Unidos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. El problema es que las buenas intenciones rara vez producen buenas películas.

En el caso de "El código Enigma", esto significó, como bien describe Christian Caryl en The New York Review of Books, realizar una cantidad enorme y descarada de distorsiones históricas, la peor de las cuales es justamente el retrato de Turing. Es cierto que toda cinta basada en hechos reales debe seleccionar, sintetizar y modificar parte de la historia con el fin de que cumpla las exigencias, muchas veces convencionales, de la...

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