Las fisuras de Fabián Jaksic
"Hasta hoy puedo evocar la estepa . El espacio abierto, sin obstáculos para la vista, que permitía mirar hasta muy lejos. Las nubes pasaban rápido y la lluvia era intensa, igual que el viento que azotaba por distintos lados. Me veo ahí, en medio de ese paisaje, solo, vestido con un chaleco tejido de lana gruesa, inclinado mirando el suelo, donde había bichos, que a pesar del viento y la lluvia andaban moviéndose, haciendo algún menester".Escenas como esa, de su infancia en Magallanes, pasaron por la mente del biólogo, doctor en Zoología y Premio Nacional de Ciencias Naturales, Fabián Jaksic, cuando despertó en la cama de una clínica después de una semana casi inconsciente tras haber sido diagnosticado con covid-19.-Fíjate que es cierto eso de que cuando uno se va a morir se le pasa la vida entera por delante. A mí me pasó lo mismo -dice Fabián Jaksic.Era marzo de 2020, la pandemia recién llegaba a Chile, y él fue uno de los primeros contagiados. De urgencia lo llevaron en ambulancia a una clínica cerca de su casa en Vitacura. No recuerda bien el trayecto ni lo que pasó los días siguientes. Tenía neumonía y los pulmones con agua, y para ayudarlo a respirar le pusieron una escafandra con oxigeno a presión.-Me desperté y dije: "Chuta, no escribí mis memorias".Es un jueves al mediodía, Fabián Jaksic está en su casa sentando en la terraza. Han pasado dos años desde esa experiencia y frente a él, sobre una mesa, está apoyado su libro que escribió con ayuda de la periodista Carola Solari: Memorias de un naturalista magallánico . En la portada aparece la ilustración de una lagartija que lleva su nombre, en honor a él, su descubridor. Mientras toma un café intenta explicar el origen de su camino a la ciencia. De pronto mira hacia el cielo abochornado, con la mano rasca su barba espesa y hace el siguiente cálculo:-Si lo ponemos en cifras, cuánto de mi vocación naturalista viene de haber nacido en Punta Arenas, yo digo 80 por ciento y el otro 20 es residual. Como entretención, salíamos de niños a buscar frutillas salvajes y calafates, a cazar pajaritos, que ahora yo no lo haría, pero en aquellos tiempos salíamos con onda a cazar -dice -Esas planicies, las nubes que pareciera que están al lado, la luminosidad, el viento. Para mí tuvo un tremendo impacto.El jardín de su casa, cuenta, era el campo magallánico. Allí desarrolló su primera pasión: coleccionar.-Soy ligeramente obsesivo, y colecciono cosas desde chico. Con lo primero que empecé fueron insectos, pero también estampillas, tapas de botella. Con el tiempo me dediqué a coleccionar conocimiento. Además, tenía el afán de clasificar, y yo creo que ahí hay un germen interesante de una vocación científica.A pesar de sus inquietudes, dice Fabián, su educación tuvo mucho que desear. En Punta Arenas estudió en un colegio fiscal, donde era el mejor estudiante. Más tarde su familia se trasladó a Santiago por temas laborales de su padre y entró a...
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