El fin de la cultura iansina en Linares - 18 de Agosto de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 736958861

El fin de la cultura iansina en Linares

Ciro Tapia, presidente del sindicato de trabajadores, que había llegado allí a hacer su práctica hace 36 años, fue el encargado de apagar la caldera y cortar la energía de las ocho áreas involucradas en el proceso azucarero. Fue como una eutanasia a un enfermo agónico: "Pegué tres pitazos para que la ciudad supiera que la planta se estaba cerrando y escucharan la última energía de la fábrica", recuerda con nostalgia.Al otro día, Linares amaneció en silencio.Iansinos"Esta es una bomba de racimo silenciosa cuyas esquirlas aún están por detonar", dice Raúl Balboa, profesor, exdirector del Liceo Politécnico y columnista del diario El Heraldo, mientras sostiene una foto antigua del día en que Carlos Ibáñez del Campo decidió que la planta Iansa se instalaría en Linares.Balboa tiene 83 años y apunta a un rostro que aparece en la imagen. Es Aníbal León Bustos, un ingeniero y agricultor, que en 1915 hizo su memoria de título sobre el cultivo del azúcar de remolacha, y que unas décadas más tarde presionó a Ibáñez para que la planta quedara en Linares: "Esta gente debe estar revolcándose en su tumba", agrega.La planta comenzó a operar en 1958 y revolucionó la economía local. Funcionaba de marzo a agosto durante las 24 horas del día, y el resto de los meses entraba en mantención. Al poco tiempo, la empresa construyó todo lo necesario para que sus empleados vivieran adentro del recinto: una población con 60 casas, una escuela, un estadio, un policlínico, una sede social, y años más tarde un centro vacacional en la precordillera. Al amparo de la industria azucarera nació un gentilicio: los iansinos.En la época de oro del azúcar, que según Balboa fue antes de 1970, los agricultores de la región del Maule se hicieron millonarios con la remolacha y los iansinos formaron parte de una pujante clase media. Tenían tal estatus social, que en el comercio les daban créditos de consumo, cuando el grueso de la población no accedía a ellos, y las compañías de autos, escasas en aquellos años, iban hasta la fábrica para tentarlos.El modelo de negocio de Iansa se replicó en todas las ciudades donde estaban sus plantas: habían iansinos en Llanquihue, Rapaco, Los Ángeles, San Carlos y Curicó. Pero tras el golpe de Estado, la empresa vendió dos de sus cinco fábricas, y en 1984 se inició un proceso de privatización de la compañía. A través del capitalismo popular, los trabajadores, agricultores y transportistas adquirieron un porcentaje minoritario de la industria, mientras que el resto de las acciones fueron compradas por una compañía norteamericana.Desde entonces, la empresa ha tenido tres controladores distintos hasta la llegada de ED&F Man, en el 2010. Fueron ellos quienes decidieron el cierre. Según Ciro Tapia, que participó de las reuniones con los ejecutivos, la crisis del azúcar comenzó en 2002, cuando los tratados de libre comercio firmados por Chile eliminaron de forma paulatina las bandas de precios que protegían a la industria nacional. Esa fue la razón que el directorio de la compañía le dio al sindicato el 16 de marzo de este año, cuando anunció que el cierre de la planta estaba en trámite.Pasaron cuatro meses antes de que eso...

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