Ficcionalizacion: la dimension antropologica de las ficciones literarias. - Núm. 31, Junio 2004 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56656741

Ficcionalizacion: la dimension antropologica de las ficciones literarias.

AutorIser, Wolfgang
CargoTextos

[1]

La mayoría de las personas asocia el término ficción con el ámbito narrativo de la literatura. Sin embargo, su otra acepción alude a lo que el Dr. Johnson llamó "una falsedad; una mentira." [2]. La equivocidad de la palabra es reveladora, porque cada significado ilumina al otro. Ambos significados comprenden procesos similares, que podemos denominar "sobreposiciones" : la mentira se sobrepone a la verdad, y el trabajo literario se sobrepone al mundo real que incorpora. Por lo tanto, no sorprende que las ficciones literarias hayan sido frecuentemente identificadas como mentiras, aunque presenten su no-realidad como si esta sí existiera.

La querella de Platón, de que los poetas mienten, encontró su primera oposición fuerte en el Renacimiento, cuando Sir Philip Sidney señaló que "el Poeta ... nada afirma, y, por lo tanto, nunca miente"; tal como no habla de lo que es, sino de lo que debiera ser. [3] Así, podemos entender la amplia diferencia que presenta este modo de sobreposición respecto a la mentira. Ficción y Ficcionalización comprenden una dualidad, cuya naturaleza depende del contexto: las mentiras y la literatura son los diferentes resultados del proceso de du-plicación [4] y cada una sobrepone las fronteras de su realidad contextual con sus propios modos. Considerando que esta dualidad precede sus formas de realización, el cruce de fronteras puede concebirse como la característica principal del proceso de ficcionalización. El mentiroso debe ocultar la verdad, pero, de tal manera, la verdad está potencialmente presente en la máscara que la disfraza. En las ficciones literarias, los mundos existentes se sobreponen y, a pesar de que son aún individualmente reconocibles, están puestos en un contexto que los desfamiliariza. Por lo tanto, la mentira y la literatura siempre contienen dos mundos: la mentira incorpora la verdad y el propósito por el cual la verdad tiene que esconderse: las ficciones literarias incorporan una realidad identificable, sujeta a una remodelización imprevisible. Así, cuando describimos la ficcionalización como un acto de sobreposición, [5] debemos tener en mente que la realidad sobrepuesta no queda atrás: se mantiene presente, por lo que imbuye a la ficción con una dualidad explotable para diferentes propósitos. En lo que sigue, nos focalizaremos en el proceso de ficcionalización, como un medio para dirigimos a la cuestión de por qué los seres humanos, a pesar de tener conciencia de que la literatura es ilusión, parecen necesitar de las ficciones.

I

Si hoy en día las ficciones literarias no son culpadas de mentir, de todos modos están estigmatizadas como irreales, sin tomar en cuenta el rol vital que juegan en nuestra experiencia diaria. En su libro, Ways of Worldmaking, [6] Nelson Goodman muestra que no vivimos en una sola realidad, sino que en muchas, y que cada una de estas realidades es el resultado de un proceso que nunca puede rastrearse hasta "algo sólido subyacente" (6, 96). No hay ningún mundo subyacente, pero nosotros, en su reemplazo, creamos nuevos mundos desde lo experienciado, y todos ellos existen al mismo tiempo en un proceso que Goodman describe como "hechos desde la ficción" ("fact from fiction") (102-7). Por lo tanto, las ficciones no son el lado irreal de lo real, lo opuesto a la realidad que nuestro "conocimiento tácito" todavía las lleva a ser; si no que, ellas son, más bien, condiciones que permiten la producción de mundos, cuya realidad, en cambio no ha de ser dudada.

Ideas como esta fueron articuladas en un principio por Sir Francis Bacon, quien arguye que las ficciones "entregan una sombra de satisfacción a la mente ... en los puntos donde la naturaleza de las cosas lo niega." [7] Esto no es exactamente la misma manera que la forma de construir mundos de Goodman, pero muestra como podemos acceder a lo inaccesible inventando posibilidades. Es una visión que ha sobrevivido a través del tiempo. De hecho, cuatrocientos años después, Marshall McLuhan describe "el arte de la ficción" como una extensión de la humanidad. [8]

De todas maneras, esta visión se opone a la crítica levantada contra las ficciones a partir del nacimiento de la epistemología moderna. Locke denunció a las ficciones como "ideas fantásticas" [9], como si no correspondieran a ninguna realidad; y no fue hasta cincuenta años después, que David Hume habló de "las ficciones de la mente" [10], que condicionan la forma en que organizamos nuestras experiencias. Pero Hume estaba principalmente preocupado de exponer las premisas cognitivas propuestas en la epistemología, y fue Kant quien inició un giro casi total, al concebir las categorías de la cognición como ficciones heurísticas, que debían tomarse como si correspondieran a algo. Este como si era, en la visión de Kant, una necesidad indispensable para la cognición. Por lo que, sea como sea, si existe algo necesario sin alternativas, es que tiene que ser verdad [11], incluso si uno debe agregar que tal verdad será antropológica más que epistemológica.

En este sentido, si las ficciones poseen, en primera instancia, una carga antropológica, parece difícil proveerlas de una base ontológica para su inevitabilidad epistemológica. Esta puede ser una de las razones por las que no podemos hablar de una ficción como tal, porque sólo puede ser descrita mediante sus funciones. Esto es, en otras palabras, las manifestaciones de su uso y los productos resultantes de ello. Lo que aparece evidente incluso para una observación superficial. De hecho, en epistemologia encontramos a las ficciones como presuposiciones. En ciencia ellas son hipótesis: las ficciones proveen los fundamentos para imágenes de mundo (world-pictures). Incluso, los supuestos que guían nuestras acciones son, a su vez, ficciones. En cada uno de estos casos, la ficción tiene una tarea diferente que realizar: con las propuestas epistemológicas es una premisa; con las hipótesis es una prueba (test); con las imágenes de mundo es un dogma, cuya naturaleza ficcional debe permanecer oculta si las bases no han de ser perjudicadas; y con nuestras acciones es anticipación. Considerando que las ficciones poseen aplicaciones tan variadas, podríamos preguntamos perfectamente qué es lo que parecen ser, qué logran y qué revelan en literatura, y para este propósito es apropiado, entonces, volvemos a un ejemplo desde el cual podremos extrapolar otras ideas.

II

Hay una forma particular de literatura en la que la ficcionalización es gráficamente retratada en sí misma; esta es la poesía pastoril, que encontró su expresión más elaborada en el Romance Pastoril del Renacimiento. Ya en la Arcadia de Virgilio, un mundo inventado por la poesía era emparejado con un mundo político. [12] En el Romance Pastoril se enfocan dos mundos radicalmente diferentes: el artificial y el sociopolítico. El grado, en el cual el Romance Pastoril enaltece estas dos realidades divergentes, puede medirse desde la existencia de una aguda línea divisora entre ellas, y si los personajes principales desean cruzar esta línea fronteriza, deben du-plicarse -- deben disfrazarse de pastores para poder actuar, y deben usar el disfraz para esconder quiénes y qué son. Tal división de los protagonistas, en personaje y disfraz, muestra la importancia de la frontera que separa los dos mundos. Una vez más, el cruce de fronteras se evidencia como epitome de la ficcionalización, puesto que dos mundos divergentes son reunidos para exponer dinámicamente su diferencia.

Desde esta observación podemos derivar la fórmula básica de la ficcionalización: trae a la presencia la simultaneidad de lo que es mutuamente excluyente. De todas maneras, como esto es una verdad de la mentira, las ficciones literarias abrazan otra condición que las separa de la mentira: ellas descubren su ficcionalización, lo que la mentira, en cambio, no puede permitirse. Por to tanto, las ficciones literarias contienen toda una serie de marcas convencionalizadas, que indican al lector que su lenguaje no es discurso, sino "discurso espectacularizado" [13] (escenificado, hecho espectáculo), indicando así, que lo que es dicho o escrito sólo debe tomarse como si estuviese refiriéndose a algo, en donde fácticamente todas las referencias están suspendidas y sólo sirven como guías para lo que debe ser imaginado. Por ejemplo, los pastores, y de hecho todos los géneros literarios en sí mismos, son de este tipo de señalizaciones gobernadas convencionalmente. Los pastores no representan la vida rústica del campo, sino que son sólo los arreos para espectacularizar algo cuya referencia ya no es dada y por lo tanto, debe ser concebida. La literatura es siempre una forma de espectáculo, y el Romance Pastoril es un caso puntualmente pertinente, ya que, en su fase más elaborada, tematiza al proceso de ficcionalización en si mismo.

Touchstone, en una obra adaptada de un Romance Pastoril, sostiene que "la poesía más verdadera es la más simulada" [14], una declaración que está más allá de la comprensión de Audrey. Sólo el bufón ha entendido que la verdadera poesía es una forma elevada de ficcionalización, porque sólo él está domiciliado en dos mundos a la vez. [15] Si la duplicación es constitutiva de la ficcionalización y se vuelve operativa en el continuo cruce de fronteras, entonces surge la pregunta sobre qué puede revelar una actividad tal. La Arcadia de Philip Sidney provee una pista importante para esta respuesta.

Los protagonistas de Sidney, viviendo el mundo histórico-político de Grecia y Asia menor, deben enmascararse cuando cruzan hacia la Arcadia y nuevamente deben adoptar disfraces diferentes cuando cruzan otra frontera dentro de la misma Arcadia. Ellos se someten a este cruce de fronteras porque desean estar cerca de las hijas del rey, de las que se han enamorado. Bajo sus disfraces-- con Pirocles como un amazonas y Musidoro como pastor-- entretienen a las princesas con cuentos de sus aventuras heroicas en el mundo histórico-político. Confiesan que su objetivo fue probar su coraje y...

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