Los fantasmas de Pistorius - 31 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 554919658

Los fantasmas de Pistorius

Encerrado en casa de su tío Arnold durante un año en espera de ser juzgado por asesinato, los sonidos, las imágenes y los olores de esa noche [la madrugada del día de San Valentín de 2013, cuando mató a su novia] atormentaban a Oscar Pistorius. Habría renunciado de buena gana a todas las riquezas y hasta el último ápice de gloria que había alcanzado por volver atrás en el tiempo y deshacer lo que había hecho, pero era irreversible. Había efectuado esos disparos; no podía devolver las balas al cargador.

En el horror del recuerdo había ocasionales momentos de respiro: entonces era capaz de acallar los gritos dentro de su cabeza y reprimir el nauseabundo hedor de la sangre en sus fosas nasales. Sin embargo, el remordimiento nunca lo abandonaba. Tenía un consuelo: saber que su familia lo comprendía, que lo había perdonado y que estaría a su lado pasara lo que pasara. Su tío Arnold y su mujer, Lois, sus cuatro hijas y sus yernos, otros tíos y tías, su hermano Carl y, sobre todo, su hermana Aimée, junto con otros miembros de la extensa pero bien avenida familia Pistorius, siempre estaban dispuestos a sentarse en silencio con él, haciéndole comprender con delicadeza que su antigua vida se había ido para siempre y que debía encontrar fuerzas para empezar desde cero y reinventarse.

Antes de Pistorius, nadie habría podido imaginarse que alguien con las dos piernas amputadas figurara entre los corredores de 400 metros más rápidos del mundo. Gracias a la celebridad que había alcanzado, la poco conocida disciplina del atletismo paralímpico, que lideraba desde que ganó su primera medalla de oro a los 17 años, había llegado a fascinar al público. Gracias a él, mucha gente había aprendido a considerar a los atletas con discapacidades y, por extensión, a cualquier persona discapacitada, con un nuevo respeto; y ellos, a su vez, empezaron a verse a sí mismos con más dignidad.

El atletismo había dado forma a su identidad pública y lo había elevado a una altura inimaginable. Pero Pistorius sabía que, de ahora en adelante, su fama y su reputación no las definirían tanto sus éxitos en las pistas o el bien que había hecho como la tragedia de aquella noche. La muerte de Reeva [su novia] parecía haber destruido para siempre cualquier posibilidad de seguir compitiendo a nivel mundial. Esa parte de su vida había llegado a su fin. Lo que ahora debía hacer era aprender a vivir con un dolor que era más implacable que la culpa. Y también necesitaba nuevos objetivos en la vida. Y uno de ellos estaba ahí.

Ahora que la sombra del juicio se cernía sobre él, su trabajo consistía en prepararse para ello con la mayor lucidez posible. Sin embargo, para conseguirlo debía imaginar una existencia más allá del infierno que habitaba desde la muerte de Reeva. A tal efecto, los abogados de Pistorius animaron a la familia para que lo ayudara a visualizar...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR