Fantasma del cierre amenaza a escuela 'diezmada' por incendio de Valparaíso
Nadie tiene claro cómo el edificio logró sortear la "marea" de fuego que, tras bajar sin aviso por las quebradas Barrabases y Jaime, lo rodeó por los cuatro costados. Carlos Schnaidt, presidente de la Asociación Hogar de Niños Arturo Prat -fundación de la que dependen el colegio y el internado infantil emplazado en el mismo recinto-, habla de un "milagro". Atribuible, según él, tanto a "nuestros ángeles guardianes" como al arriesgado trabajo que por más doce horas desplegaron en aquella oportunidad los bomberos y el inspector del establecimiento, Guillermo Luna, en medio de un humo asfixiante y de un calor abrasador.
Nueve meses después de la tragedia, la escuela ya se alista para el regreso de los alumnos luego de las vacaciones de verano. Prueba de ello son los trabajos de aseo, reparación y pintura que auxiliares efectúan por estos días en las salas del establecimiento. Tareas que se han desarrollado invariablemente en la víspera de cada nuevo año escolar, a lo largo de las casi ocho décadas de historia del plantel ubicado en la empinada calle El Vergel y cuya imponente vista hacia la bahía contrasta con la pobreza del vecindario.
Sin embargo, el establecimiento también se prepara para enfrentar una nueva emergencia: la amenaza de un eventual cierre por falta de alumnos. "Aunque la escuela sigue funcionando y tengamos una misión con la comunidad, es un fantasma que ronda", admite Schnaidt.
El "espectro" al que alude se perfiló un mes después del incendio, en mayo de 2014, cuando el establecimiento reabrió sus puertas. No fue posible normalizar antes las actividades, pues el recinto operó como centro de operaciones de los voluntarios que subieron al cerro La Cruz para ayudar a los damnificados del incendio.
El reinicio de las clases evidenció un pronunciado ausentismo que abarcaba desde el parvulario hasta octavo básico. Los estudiantes matriculados eran 180, pero la asistencia promedio bajó a 130... Y nunca más volvió a repuntar.
"Con 180 chicos podemos flotar"
Era lógico que así ocurriera. Salvo la cuarta parte de los alumnos -provenientes de un hogar contiguo, vinculado a la misma entidad de la que depende el colegio-, los restantes vivían en las zonas más golpeadas por el gran incendio.
Los estudiantes de la escuela que perdieron sus casas durante el siniestro fueron 98. Todos pertenecientes a familias de bajos ingresos y con problemas sociales, como sucede con la mayoría de los niños del plantel. Entre los padres y apoderados hay...
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