'Nuestra familia se enriqueció con Alicia'
El librero que rodea la chimenea está repleto de libros de arte -catálogos de exposiciones en el extranjero, recopilaciones de pintura chilena, una publicación sobre Alfredo Jaar, varios volúmenes de la feria Art Basel-.
Delante de las publicaciones, un retrato de Luciano en París y de la pareja abrazada en el jardín del Museo Vizcaya en Miami evocan los primeros años de su relación. Al otro lado de la chimenea hay dos coches de guagua. Y al otro extremo de la sala, un corral de madera, con juguetes. Alicia, de un año y ocho meses, que nació con síndrome de Down, se asoma desde la cocina, cantando y haciendo chocar dos bloques de plástico uno contra el otro. En los brazos de Javiera, José, de casi tres meses, duerme plácidamente. Ellos son los dos últimos integrantes de la familia, que ya incluía a tres hijos, de 12, 8 y 7 años.
"Es muy curioso", dice Javiera sentada en el único sillón despejado de su terraza. "No me había pasado nunca que la vida personal se mezclara tanto con lo laboral... De una manera tan evidente".
Unas cuadras más allá, en Alonso de Córdova con Américo Vespucio, lo que será, a partir de agosto, la nueva galería de Javiera y su madre, Isabel Aninat, también está en plena construcción.
"Coinciden muchas cosas", sigue Javiera. "Estamos terminando la ampliación de nuestra casa, estamos construyendo el nuevo espacio de la galería y tuvimos a José, que es nuestro último hijo. Este ha sido un período de gestación".
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Cuando comenzó su vida adulta, Javiera García-Huidobro no pensaba trabajar en la galería de arte junto a su madre, Isabel Aninat. Inició su carrera como productora y gestora cultural. Mientras estudiaba Historia del Arte, armaba eventos y recitales electrónicos en lugares como los cerros Santa Lucía y San Cristóbal, en el Hotel Carrera y la calle Concha y Toro. Trabajó con la Corporación de Amigos del MAC. Y, finalmente, aceptó ayudarle a su madre esporádicamente en el trabajo relacionado con las ferias internacionales.
-Me involucré en la galería por eso, porque las ferias son muy entretenidas y tan adrenalínicas. Me fascina viajar y además en una feria, en una semana, te enteras de lo que está sucediendo. Es una forma rápida de aprender.
En esa época, Javiera tampoco pensaba que llegaría a tener cinco hijos. Y menos que los dos últimos llegarían a sus 40 y 42 años de edad. Hoy, sin embargo, parece enfrentarse a los desafíos profesionales y familiares con desenvoltura y serenidad. En el relato que hace de la manera en que ha logrado sortearlos, una palabra vuelve una y otra vez: comunidad. La evoca cuando cuenta que vive a tres cuadras de lo que será la nueva galería y cerca del colegio, porque "nos gusta caminar, tener vida de barrio, la posibilidad de...
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