Explora como niña - 14 de Marzo de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 862259682

Explora como niña

París, 1873A rces blancos, cedros azules, castaños. El bosque de Vincennes. Una niña pequeña da saltitos de un árbol a otro. ¿Qué hay detrás de este? ¿Y de ese otro? Qué bonitos son. La chiquilla gira alrededor de los abedules y los arces, se esconde, echa a correr entre risas. "!Louise¡ !Vuelve aquí¡ !Louise, para de una vez¡". La institutriz intenta alcanzar a la pequeña, pero el largo ropaje la entorpece y acaba por tropezar en una raíz. La niña ha desaparecido. Tiene cinco años y corre que se las pela, embriagada por la experiencia de la libertad. El cabello, lindamente trenzado alrededor de la cabeza, se le deshace poco a poco, el vestido se desgarra en los matorrales, pero ella corre sin detenerse. En el fondo, qué fácil es ser libre.Ochenta años más tarde, en 1954, Alexandra David-Neel relatará este episodio a un periodista que ha acudido a entrevistarla: "!Me escapé¡ También me escapaba en Turena cuando iba a casa de mi abuela y, más adelante, cuando mis padres pasaban las vacaciones en Ostende...". La anciana insiste mucho en esa expresión, "!Me escapé¡", que repite varias veces con vehemencia: "!Siempre me escapaba¡". ¿Cómo no ver en ese grito la urgencia de escapar, pero también de salvar la piel: defenderse, curarse, liberarse, soltarse?Los adultos dicen en ocasiones a los niños: "!No vayas allí, hay un animal enorme¡". Algunos niños, atemorizados, se cuidan mucho de acercarse al lugar prohibido. No obstante, siempre hay pequeños intrépidos que se apresuran a responder: "¿Hay un animal enorme? !Quiero verlo¡". Sin duda, la pequeña Louise David formaba parte de estos últimos.Las piernas apenas me sostenían cuando empezaron mis escapadas. El decorado que las rodea me aparece en lo más recóndito de la memoria, como la verja de una puerta de jardín por delante de la cual pasaba una carretera. Franquear esa verja e intentar unos pasos por la carretera, a eso se limitaba el viaje, pero debía de obtener gran placer con ello, porque me contaron que lo repetía sin cesar pese a las reprimendas que me soltaban. El jardín era extenso; allí habría podido desarrollar ampliamente la actividad propia de mi personita, pero el más allá ya me fascinaba.Alexandra David-Neel buscará ese "más allá" durante toda su existencia. Sobre todo, no vivir la de sus padres, puritana y austera, no renunciar a los sueños de su solitaria infancia. En la correspondencia con su marido, evoca en varias ocasiones aquellos años que forjaron su temperamento...

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