Explicación de un fracaso - 6 de Septiembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 581972158

Explicación de un fracaso

Los fracasos gubernamentales no tienen más que dos explicaciones básicas: el camino elegido por el Gobierno es el correcto, pero quienes lo integran son torpes a la hora de transitarlo, o el camino escogido es erróneo y aunque se ponga esmero y cuidado al recorrerlo, el resultado será peor.

¿En cuál de esas alternativas se encuentra el gobierno de la Presidenta Bachelet?

En una tercera: el camino es erróneo y los encargados de transitarlo además son torpes.

Todo comenzó el año 2010, cuando triunfó Piñera.

Entonces se instaló una pregunta: ¿por qué Bachelet no logró entregar el gobierno a un miembro de su misma coalición? La respuesta, mirada a la distancia, fue realmente tonta: lo que habría ocurrido es que la coalición no fue suficientemente crítica con su propia obra de casi dos décadas. Al cabo del gobierno de Piñera esa respuesta tonta se esparció: la sociedad chilena estaba anhelante de una comunidad que la modernización había destruido, la inequidad se había vuelto intolerable, la educación era una máquina de reproducir desigualdades, el lucro se había extendido por todos los intersticios como una infección. Como suele ocurrir con los simplismos, en todo ello había unas gotas de verdad que, al exagerarse, se transformaron en tonterías.

Ese diagnóstico (que no estaba motivado por la reflexión sociológica, sino por el fracaso electoral) produjo un fenómeno cuyos efectos muestran hoy las encuestas.

Las mayorías que cambiaron sus condiciones materiales de existencia en dos o tres décadas (algo que antes tomaba dos o tres generaciones), que accedieron al consumo; que por vez primera escogieron colegio para sus hijos; que integraron a sus expectativas la educación superior, y que vieron todo eso como el fruto de su esfuerzo, como un logro que era el resultado de sí mismos, se enteraron de pronto, por boca de algunos intelectuales de la Nueva Mayoría, que todo era un engaño, una fantasmagoría. El consumo -se les informó- los enajenaba y era una ocasión para que se los sobreexplotara; la elección de colegio no era más que despreciable arribismo; la educación superior, un simple engaño cuyo producto eran cartones de utilería. Lo que las mayorías creían era el fruto de su esfuerzo personal y familiar, un fruto trabajoso de su autonomía, algo de lo...

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