Excursión de biólogo chileno a cerro El Plomo dio con un misterioso hallazgo en su cumbre - 1 de Diciembre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 828203301

Excursión de biólogo chileno a cerro El Plomo dio con un misterioso hallazgo en su cumbre

Lo que sería una expedición más a los Andes centrales terminó por convertirse en una aventura inesperada para el biólogo marino Ernesto Joerger (55). Aficionado al andinismo, junto a un grupo de conocidos organizó, hace justo un mes, una excursión a la cumbre del cerro El Plomo, el punto más alto visible desde Santiago.La travesía de cuatro días tuvo un inesperado giro en la segunda jornada. "Hace trece años subí El Plomo por primera vez y ahora estaba interesado en ver cómo ha retrocedido el glaciar por efecto del cambio climático", cuenta en su oficina en Quilicura, en donde acumula fósiles y recuerdos de sus múltiples exploraciones.A 4.400 metros de altura, poco antes de llegar a la cumbre, decidió separarse del grupo y tomar una ruta no habitual. "Hay que atravesar los casquetes glaciares; un lugar hacia donde no va nadie. Cuesta respirar y caminar". A medida que avanzaba, además de comprobar que se había acelerado el derretimiento del glaciar, en medio de la nieve y el hielo unos restos metálicos llamaron su atención."El pasado 30 de octubre, descubrí un satélite espacial francés, en las faldas altas del glaciar de El Plomo", describe en un correo que envió a Vida Ciencia y Tecnología de "El Mercurio", contando su hallazgo y la primera hipótesis sobre su origen.Montaña abajoUna semana antes de ese correo había vuelto de una segunda expedición de tres días al mismo punto, para rescatar la supuesta "chatarra espacial". "Apenas bajamos de la primera excursión, comencé a organizar otra subida. Diez días después, fui solo y contraté a un arriero con dos caballos y una mula".Roberto Quiroz, un conocido arriero de Farellones, lo acompañó hasta un refugio ubicado a 3.900 metros. Desde ahí, Joerger partió solo hacia arriba. A punta de martillo y cincel despegó el aparato metálico del hielo; lo envolvió en plásticos y comenzó a trasladarlo cerro abajo. A ratos arrastrándolo, a ratos colgado en su espalda. "Pesa unos 30 kilos; como también andaba con una mochila, bajaba 50 metros, dejaba la mochila y volvía a buscar el satélite. Demoré dos días en bajarlo", relata aún exhausto y sin reponerse del todo de aquella proeza. "Pero feliz", enfatiza.El resto del camino, el trabajo se hizo menos pesado gracias a la mula. Ya con el "tesoro" en casa, comenzó a investigar de qué se trataba. Una placa a un costado de los restos dio la primera pista: fue fabricado por la empresa francesa Aérospatiale, dedicada a la creación de aeronaves y cohetes, que dejó de...

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