Ex ministros explican cómo el primer gobierno de Bachelet pudo romper récords de popularidad
¿Cómo logró terminar en un histórico 84%, en marzo de 2010?, fue la pregunta a cuatro ex ministros -transversales en lo político y diversas las carteras a su cargo- que la acompañaron en su primer periodo en La Moneda.
Haber hecho carne el "Estoy contigo" que prometió en la campaña es la clave que todos destacan. Con el pilar solidario para las jubilaciones más bajas y los US$ 9.000 millones de la política contracíclica de Velasco en plena crisis internacional, "la gente sintió que era cierto" aquel compromiso.
También, su carisma político operó como fuerza ordenadora de la coalición. Y decidirse finalmente a empoderar a sus ministros de Hacienda e Interior hizo el resto.
Alta aprobación, sin continuidad. Aunque Michelle Bachelet llegó a marcar 84% de apoyo en las encuestas, el candidato oficialista, Eduardo Frei, solo logró un 29% en la primera vuelta de 2009.
En los próximos días, el PS tendrá los resultados de una encuesta que encargaron para medir a Piñera con todos los candidatos posibles de la NM. El sondeo es nacional, con una muestra de más de 500 personas.
"Sana mezcla entre ambición y serenidad"El aprendizaje acumulado en sucesivos gobiernos decidió a Marigen Hornkohl a emprender el camino en que hoy se desarrolla. La ex embajadora y ministra de Agricultura del primer gobierno de Michelle Bachelet se formó como coach y asesora a empresas y ejecutivos en cómo mejorar la comunicación, aprender a escuchar y llegar a acuerdos.
"Fue una gran experiencia, de gran crecimiento personal y profesional", afirma de su trabajo, primero como embajadora y luego ministra en la administración bacheletista. "Éramos un equipo muy afiatado, eso fue clave para el éxito, así como tener siempre conversaciones muy honestas, escucharnos mucho entre todos", agrega.
Siente que esa impronta venía desde el comienzo de la Concertación -"Patricio Aylwin fue un gran exponente"-, y que la Presidenta la continuó. "Por supuesto que había divergencias, pero se resolvían conversando, poniendo la visión común por delante", recuerda.
Mantener diálogo permanente, también con sectores fuera del gobierno, fue una preocupación y foco importante. "Con las instituciones, con el mundo empresarial, gremial, productivo pequeño y medio, con las organizaciones sociales. Esa multiplicidad de miradas enriqueció la toma de decisiones. Tuve la mejor de las experiencias con el mundo privado, siendo siempre clara para que entendieran nuestras prioridades y pudiéramos llegar a acuerdos", destaca.
No siempre era fácil. "La política es una herramienta noble al servicio del bien común, y la diferencia es que a veces pensamos que el camino mío es el más adecuado, pero al final nadie quiere fracasar. Ni los partidos de gobierno ni los de oposición, que obviamente buscan también el bien común. Cuando uno cree que tiene verdades absolutas y las trata de imponer, evidentemente la contraparte se siente vulnerada".
-Hoy se critica la gradualidad de los avances que se hicieron en los gobiernos concertacionistas. ¿Cómo se enfrentaban las crisis, que demandan soluciones urgentes?
-Es verdad que las urgencias se han vuelto cada vez más fuertes y, probablemente, hoy es más difícil desarrollar esos espacios de conversación...
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