Las estrategias del ministro
-Pero no me arrepiento ni me retracto.
Hoy, en su amplia oficina, en el ex edificio Diego Portales, hay una calma que hace 21 años, cuando era subsecretario de Guerra, habría parecido imposible. Sobre su escritorio tiene el The Economist y pese a que este año su agenda ministerial ha sido más bien discreta, cada vez que surgen rumores de cambio de gabinete, su nombre se menciona para la Secretaría General de la Presidencia.
"Debió ser Segpres desde un comienzo", dice un dirigente del PS, "pero no lo pusieron para marcar distancia con Ignacio Walker".
A Burgos el tema lo incomoda. Se pasa la mano varias veces por su pelo, absolutamente blanco.
-¿Pero asumiría un cargo más político, si se lo pidieran?
-Yo estoy súper contento acá.
-¿O está cómodo?
-Las dos cosas.
-Y si la Presidenta le pidiera un cambio a un ministerio político, ¿lo aceptaría?
-Eh... es que es una hipótesis medio complicada, como mi nombre ha estado saliendo, más de algún lector va a decir: "Este gallo se está colocando". No tengo ningún interés. Nunca he andado buscando cargos. Mi sueño en 10 años más es estar cuatro meses en Buenos Aires recorriendo librerías y tomándome un café.
-¿Jubilarse de político después de este gobierno?
-¿Y por qué no? Voy a tener 61 años cuando el gobierno termine.
Cansado de hacer
lo mismo
El verano pasado, antes de dejar de ser diputado por Providencia y Ñuñoa, Burgos evaluó volver a la actividad privada. Un amigo dice que tenía lista una oficina y que, además, había recibido una buena oferta de un grupo económico. Otro afirma que quería volver a ejercer el derecho penal.
-¿No tenía mucha fe de que lo llamaran al gabinete?
-Es que yo no podía construir un futuro sobre la base de una posibilidad, porque eso -entre otras cosas- significa andar pegando codazos, y en mi vida hay una cosa que he tratado de no hacer, y es pegar codazos para tener un cargo.
-¿Por eso no fue ministro antes?
-No fui ministro antes porque fui 12 años diputado.
-Pero, ¿fue diputado porque nadie le pidió ser ministro?
-Decidí ser diputado, porque el partido me lo pidió... Pero (el entonces Presidente Ricardo) Lagos me dijo que lo pensara y de manera elegante me insinuó que a mi generación luego le iba tocar entrar al gabinete (se ríe). Pero ya había tomado un compromiso.
-¿Ese pudo ser la pelota en el travesaño de su vida política?
-Hubo un tiempo en que me arrepentí, los primeros meses que estuve en la Cámara. Porque, efectivamente, Lagos hizo después un cambio de gabinete y entró gente de mi generación.
-¿Y qué cargo cree que le hubiera ofrecido?
-A Lagos, por las cosas que he conversado, le gusta la forma en que yo transmito. Creo que me habría nombrado Secretario General de Gobierno. Tengo esa sensación. A lo mejor estoy equivocado. Y al comienzo, cuando hizo el cambio, yo dije: "Pucha, probablemente me habría nombrado ahí", pero después me entretuve en la Cámara y los primeros períodos lo pasé muy bien.
Sin embargo, al final, Burgos ya estaba cansado del Congreso, pese a que en cada elección le fue mejor que en la anterior (pasó del 22 al 29 por ciento).
Un cercano dice que el último año en la Cámara "estaba deprimido y sentía que en la DC no consideraban lo que él pensaba que valía".
-No, deprimido no -corrige Burgos-. Más bien, cansado de hacer lo mismo.
-¿No le atormentaba terminar su carrera política como diputado?
-No, porque también me interesaba la posibilidad de trabajar en lo privado. No me quejo económicamente, pero era una posibilidad de tener mejores ingresos.
-¿Por qué nunca le dieron la pasada para ser senador?
-!Sí, me la dieron¡ En 2009, tuve la oportunidad de ser candidato por la Novena Región, y yo me eché para atrás.
-¿Pero qué tenía usted que ver con la Novena?
-Llegué a la conclusión de que uno tiene que ser...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba