Estaciones terminales - 31 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 526162238

Estaciones terminales

Virtualmente "desterrado" por el servicio secreto alemán tras la caída de su red en Beirut, figura a la cabeza de un cuasi anónimo equipo de investigadores en Hamburgo, puerto en permanente alerta ante posibles amenazas terroristas. Alcoholizado, con evidente sobrepeso y síntomas de asma que solo disminuyen cuando sus cigarrillos están a la mano, Günther tiene un olfato especial para estas cosas y cuando Issa Karpov -un joven checheno, musulmán y presunto hijo de un general soviético- aparece en la ciudad, vuelve a poner la maquinaria en marcha, como siempre. Aunque cada vez cueste más.

Tal como los mejores personajes del mundo de Le Carré, Bachmann todavía es capaz de mantener todo bajo control, pero sus niveles de decepción y desencanto con el sistema, y consigo mismo, son lo bastante altos como para convertirle en víctima ideal el día en que las furias se desaten y haya que volver a atraparlas. Su método de trabajo aún parece el más racional, en medio de la paranoia cívica que envuelve a las agencias de seguridad: ir tirando suavemente del hilo más delgado (en este caso, el confundido Issa), para ver si con el movimiento atrae peces mayores; pero el filme de Anton Corbijn, tan concentrado como desencantado, deja en evidencia que los tiempos no están para alardes de paciencia y que quien los exhibe bien puede estar pecando de exceso de confianza, cuando no de soberbia.

Esa idea -la de Günther como el fantasma de un egotista, como un caminante que ya está muerto en un lugar donde antes brilló, haga lo que haga- es una espina que el filme clava...

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