Las estaciones según Melbourne - 20 de Junio de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 869284583

Las estaciones según Melbourne

L os primeros rayos de sol de la mañana se colaban por las húmedas calles, reflejándose en los altos edificios e iluminando hasta los más angostos callejones. Melbourne se desplegaba perfectamente desconocida ante mis ojos, que se disponían a recorrer por primera vez la ciudad a la que de ahora en adelante llamaría hogar. Y ya en eso, bastó menos de un día para comprobar una de las frases que más había escuchado antes de llegar a Australia: "En Melbourne vas a experimentar las cuatro estaciones del año en un mismo día".Esa apretada variedad climática era, también había escuchado, justo uno de sus mayores atractivos. Eso y la forma que Melbourne siempre encuentra para sorprender, donde cada esquina y barrio pareciera esconder algún secreto sorprendente, ya fuese la entrada a un bar escondido camuflada dentro de un refrigerador, hasta las mejores tiendas de ropa de segunda mano y mercados que sirven comida de todos los rincones del mundo bajo un mismo techo.Esa mañana, claro, todavía no había comprobado todo eso. Pero estaba lista para empezar. Estos son los apuntes de esos días. Y los que siguieron, en las temporadas que vinieron, cuando Melbourne iba revelando su particular manera de vivir cada clima.La humedad. Hacía muchísimo calor. En las calles del centro ni siquiera la sombra de los altos y modernos edificios lograba servir de refugio para escapar de los potentes rayos del sol. En ese momento la solución más eficiente era tomar el transporte público para volver en cerca de 10 minutos a una de las playas más populares de la ciudad: St Kilda .Aquí mismo hay un parque de diversiones con vista al mar (Luna Park), y pequeños bulevares con distintas y exquisitas cafeterías y restaurantes, además de librerías, tiendas de discos y ropa, que pueden hacer sufrir a quienes viajamos con presupuestos más bien módicos.Llevaba poco menos de una semana y St Kilda era el lugar donde estaba viviendo, así que decidí seguir en movimiento. Quería conocer la otra playa famosa de Melbourne. Por eso, tomé el metro en dirección a la estación de Brighton , esa playa repleta de casetas de colores que es una postal recurrente en redes sociales, y que estaba en mi lista de cosas por ver en Melbourne. Además, la brisa marina sonaba como un seductor y eficiente antídoto para el calor. Pero por obra del destino (o de las cervezas artesanales de la noche anterior), dormida, pasé de largo y llegué a Sandringham , donde lo que encontré fue una playa hermosa y tranquila, prácticamente vacía, con pequeñas áreas de arena rojiza separadas por roqueríos y piedras que formaban una serie de diminutas playas que se sentían como si fueran privadas.No era eso todo, ni lo mejor de Sandringham: sobre las grandes piedras de la playa se ven las mejores puestas de sol de todo Melbourne, que transforman al océano en un espejo que refleja a la perfección los colores del cielo, una galería que varía entre rosas y púrpuras.Solo al volver de ahí vi una ciclovía, que quizá era parte de la que salía de St Kilda, a unos 12 kilómetros. La mejor manera de confirmarlo fue, al día siguiente, arrendar una bicicleta en Melbourne Bike...

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