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Establece bases generales para la educación afectiva y sexual de niños, niñas y adolescentes, en los establecimientos educacionales, y modifica normas legales que indica

Fecha12 Septiembre 2019
Número de Iniciativa12955-04
Fecha de registro12 Septiembre 2019
EtapaArchivado
Autor de la iniciativaAscencio Mansilla, Gabriel, Bellolio Avaria, Jaime, Castillo Muñoz, Natalia, Fernández Allende, Maya, González Torres, Rodrigo, Jiles Moreno, Pamela, Mirosevic Verdugo, Vlado, Mix Jiménez, Claudia, Rojas Valderrama, Camila, Torres Jeldes, Víctor
MateriaEDUCACION AFECTIVA, EDUCACIÓN SEXUAL, ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES
Tipo de proyectoProyecto de ley
Cámara Legislativa de OrigenCámara de Diputados,Moción


ESTABLECE BASES GENERALES PARA LA EDUCACIÓN AFECTIVA Y SEXUAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES, EN LOS ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES, Y MODIFICA NORMAS LEGALES QUE INDICA


Boletín N° 12955-04


Antecedentes

Junto con el avance del movimiento feminista en nuestro país, y el cuestionamiento al orden de las cosas que eso implica, hemos tenido que enfrentar cuestiones como el aumento en los índices de enfermedades de transmisión sexual, concentrado particularmente en la población adolescente con VIH, el abuso sexual infantil, el cual es entendido como uno de los problemas de salud pública más grave a nivel mundial, y la violencia de género que representa la expresión latente de una cultura que reproduce estereotipos y modelos de relacionarse machistas.


Los grandes problemas que han tenido las políticas públicas de educación sexual en las últimas décadas dicen relación con dos cuestiones fundamentales. Por un lado, se aborda desde una arista valórica y no social, cuya óptica se reduce a una responsabilidad exclusiva que se impone a las familias desde el conservadurismo, la morbosidad y criminalización; y por otro lado, ese abordaje se realiza desde el ámbito de la salud, especialmente enfocado en fertilidad, sin entender la sexualidad y afectividad como una cuestión integral propia de las personas.


En cuanto a enfermedades de transmisión sexual, entre enero y diciembre de 2018 se registraron 6.948 nuevos casos de VIH en Chile confirmados por el Instituto de Salud Pública, lo que representa 1.132 casos más que en 2017. Se trata de una cifra récord para nuestro país, que desde 2010 ha aumentado su transmisión en forma exponencial. De hecho, a la fecha, existen 39.628 personas con diagnóstico confirmado de VIH, cuyo tratamiento está garantizado a través del Auge/Ges. Una cifra que, en todo caso, no logra reflejar la realidad de un virus que muchas personas desconocen que poseen hasta etapas avanzadas”. Y según se estima, en la población que va desde los 15 a los 19 años la cifra a aumentado un 125 %, lo que pone un claro foco de preocupación.



En cuanto a violencia sexual contra niñas y niños, el Informe “Cifra negra de violencia sexual contra Niñas, Niños y Adolescentes: ocultamiento social de una tragedia”1, revela que la generalidad de los abusos se produce en un contexto intrafamiliar, y este es uno de los factores que ha contribuido más fuertemente a su impunidad por lo que solo un porcentaje menor de estas situaciones son detectadas y denunciadas a la justicia (se estima que las cifras de casos no denunciados fluctúan entre el 70 y 80%).2 De esta manera, el espacio que debiera ser el de mayor seguridad se convierte en el más peligroso para niños y niñas.


Durante el año 2016 en el país hubo una tasa de denuncias por el delito de violencia sexual contra niños, aniñas y adolescentes de 91,3 por cada 100.000 habitantes. La tasa más alta se ubica en la Región Metropolitana (108,8), seguida por la Región de Tarapacá (102,8), y en tercer lugar aparece la Región de Los Lagos (101,7). Las regiones que muestran tasas más bajas son Atacama (42,1), Aysén (64,2) y Maule (64,3).


DENUNCIAS POR DELITOS DE VIOLENCIA SEXUAL A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES SEGÚN REGIÓN DURANTE AÑO 2016 (POR CADA 100.000 HABITANTES)

Fuente: Violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes: denuncias y cifras negras de una tragedia (2018)



Como se expresa en la siguiente tabla del estudio mencionado, el mayor número de denuncias se concentra en las niñas y adolescentes, presentando una diferencia total de más de cinco veces respecto a la tasa de denuncias de niños y adolescentes hombres. Esta diferencia se acentúa en el rango de edad entre los 14 a 17 años, donde las tasas de denuncias de mujeres son casi 12 veces más que las de los hombres.


DENUNCIAS POR DELITOS DE VIOLENCIA SEXUAL A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES SEGÚN RANGO DE EDAD Y SEXO DURANTE AÑO 2016 (POR CADA 100.000 HABITANTES)

Fuente: Violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes: denuncias y cifras negras de una tragedia (2018)


En otras cifras alarmantes reveladas por este estudio3:

  • El año 2016, ingresaron al Ministerio Público, 15.408 víctimas por delitos de violencia sexual a NNA en el ámbito nacional, lo que equivale a 30 víctimas diarias.

  • Al situar “la cifra negra” en el rango más conservador del 70%, la cifra total de víctimas ingresadas alcanzaría a 51.360. Esto significa que 141 niñas, niños y adolescentes pudiesen ser víctimas de violencia sexual diariamente, es decir, cada una hora, 6 niñas, niños y adolescentes sufrirían algún tipo de violencia sexual en Chile.

  • En cuanto a los causas ingresados por el delito de violación, entre los años 2012 y 2016 fueron 24.763 casos. La mitad de éstos (49,1%) corresponde a niñas y niños entre 0 y 14 años. De este porcentaje, 8 de cada 10 causas terminadas por violación corresponden a niñas







Lo anterior, expresa la urgencia de abordar la educación sexual desde una perspectiva diferente a lo hecho hasta ahora, que busque no sólo prevenir enfermedades sexuales o transmitir una discusión valórica sesgada, sino otorgarle a la educación sexual una visión laica e integral y que finalmente entregue a las niñas y niños de nuestro país, herramientas para desarrollarse como seres humanos integrales, respetuosos de la diversidad y con los conocimientos adecuados para no estar en absoluta desprotección.

En este contexto, las organizaciones civiles de Derechos Humanos y en especial el movimiento feminista, han cuestionado por décadas esta óptica que ha asumido la política pública entendiendo a la educación sexual como un derecho y un problema social que debe partir desde la responsabilidad del Estado pero también de otros actores como los establecimientos educacionales.


Estándares internacionales


La UNESCO ha definido la educación integral en sexualidad como “un proceso que se basa en un currículo para enseñar y aprender acerca de los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Su objetivo es preparar a los niños, niñas y jóvenes con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderarán para: realizar su salud, bienestar y dignidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas; considerar cómo sus elecciones afectan su propio bienestar y el de los demás; y entender cuáles son sus derechos a lo largo de la vida y asegurarse de protegerlos.”4


Ya el año 2010, el Relator Especial sobre el derecho a la educación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), emite el informe sobre al derecho humano a la educación sexual integral donde analiza y reconoce la necesidad de garantizar el derecho humano a la educación sexual el cual emana de la dignidad humana y requiere un enfoque de género y no sexista.


Las consecuencias y efectos de contar con educación sexual integral impacta en todo orden de cosas y que abarcan cuestiones sanitarias, como embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual hasta la reproducción de roles y estereotipos de género. En palabras del relator “La educación sexual integral resulta de extrema importancia ante la amenaza del virus de inmunodeficiencia humana/síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA) y las enfermedades de transmisión sexual, especialmente para los colectivos de riesgo y para aquellas personas que viven situaciones de especial vulnerabilidad, como las mujeres y las niñas expuestas a la violencia de género, o las personas con escasos recursos económicos”5


Así, para que sea realmente integral, la educación sexual debe brindar las herramientas necesarias para tomar decisiones en relación con una sexualidad que se corresponda con lo que cada ser humano elige como proyecto de vida en el marco de su realidad, de ahí que resulte crítico el reconocimiento de la calidad de titulares de este derecho a las niñas, niños y adolescentes.


La omisión de brindar educación sexual integral, genera aún más riesgos, dado que deja a las niñas, niños y adolescentes librados a su suerte en cuanto al tipo de conocimientos y mensajes, generalmente negativos, que reciben sobre la sexualidad. Cuando no se proporciona educación sexual de manera explícita, en la práctica educativa predomina el denominado currículum oculto, con su potencial carga de prejuicios e inexactitudes, sobre los que no hay crítica ni control social o familiar posible.6


Dentro de la caracterización de la educación sexual como un derecho humano en sí mismo y no solo una expresión del derecho a la educación, es necesario entender la interdependencia de los derechos y como éste, permite el ejercicio y disfrute de otros derechos humanos como la vida, la salud, la información, libertad de expresión, la no discriminación, entre otros.


Asimismo, el derecho internacional y específicamente los órganos de derechos humanos han considerado la falta de acceso a la educación sexual y reproductiva como una barrera para el cumplimiento de la obligación estatal de garantizar los derechos a la vida, a la salud, a la no discriminación, a la educación y a la información. Ejemplos de ello hay múltiples. La educación sexual constituye un medio para garantizar el derecho a la vida y la salud, ya que contribuye a la reducción de las tasas de mortalidad materna, de aborto, de los embarazos de adolescentes y del VIH/SIDA. En definitiva, es consagrado...

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