Esperando un riñón - 23 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 525148754

Esperando un riñón

-Jorge, prepárate, estás en el número tres.

Jorge García quedó mudo.

Al otro lado de la línea, la enfermera le preguntó si seguía ahí.

-Sí, estoy aquí -respondió, aún aturdido por la noticia.

La mente de Jorge, quien pensaba que al fin había llegado el riñón que necesitaba, quedó en blanco. Así lo describe hoy, cinco años más tarde, sentado en su oficina de la Asociación de Dializados y Trasplantados de Chile (Asodi): "No podía pensar ni hablar". Después de todo, estar en el número tres de la lista nacional de espera para trasplante del Instituto de Salud Pública (ISP) equivale a estar muy cerca de conseguir el órgano. En ese minuto, él se convertía en prioridad, siempre y cuando el primero o el segundo de la lista no fueran compatibles con el riñón disponible.

Esa noche, Jorge se había quedado a dormir en casa de sus padres. No los despertó para darles la noticia, pero apenas cortó el teléfono, llamó a Heidi, su mujer.

-Tranquila, no es nada seguro -le dijo, un poco para no darle falsas esperanzas y un poco para ocultar su propia ansiedad.

Cuando pasaron 20 minutos, su teléfono sonó de nuevo.

-Jorge, lo siento -escuchó decir a la enfermera-, ya tenemos la compatibilidad.

Quien ocupaba el primer lugar de la lista resultó ciento por ciento compatible y de un minuto a otro Jorge volvía a la incertidumbre. Se sentó en su cama y se quedó largo rato mirando al suelo.

La modalidad, cuando un donante fallece, es que uno de sus riñones quede en el hospital o la clínica en donde estaba y el otro riñón quede disponible para el ISP. "Ahí entran todos a pelear por quién tiene al paciente más compatible y es innegable que las clínicas realizan mejores gestiones que los hospitales. Todo es más rápido. Puede parecer una brutalidad, pero hay quienes piensan que quien tiene más dinero se opera más rápido, y desde este punto de vista, claro que puede ser", dice Jorge.

Hace 16 años le diagnosticaron insuficiencia renal crónica terminal. Estaba en la casa de su abuela, cuando se sintió mal. Al otro día, ya en el hospital, lo mandaron a dializarse.

"Cuando me detectaron la enfermedad, no entendía nada, era una bomba de información. Me enfermé tan rápido, que nadie supo por qué me vino, no alcanzaron a hacerme una biopsia. Solo se sabía que mis riñones eran muy pequeños y que estaban como estrujados".

Tenía 27 años, estaba soltero, era deportista y trabajaba como junior en un estudio de abogados.

Hoy, a sus 43, Jorge ha estado en tres ocasiones en la lista de...

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