Escape desde La Araucanía - 29 de Agosto de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 847531443

Escape desde La Araucanía

Gregorio Correa, agricultor de 67 años, lleva puesta una boina y anteojos de sol. Detrás de él brilla el azul intenso del cielo de la mañana en un sector rural de la Región del Maule. Camina en medio de un potrero pelado: solo hay tierra a su alrededor. A los lejos, se siente el ruido de un tractor.A fines de abril se instaló en la zona. Hace unos años había comprado allí un terreno de 18 hectáreas y hace poco arrendó dos predios más de 40 y 50 hectáreas, con la idea de plantar nogales y árboles frutales.Aún no construye su casa. Estos meses ha estado viviendo en la de un vecino que lo recibió. Ahí ha pasado este tiempo de pandemia, tratando de armar su nuevo proyecto, luego de que el pasado 30 de abril entregara las llaves del campo de 382 hectáreas que arrendó y trabajó por 36 años en el sector de Victoria, en La Araucanía.Decidió dejar ese campo, dice, después de que quemaran la casa de sus padres ubicada en otra parcela del sector, de que incendiaran parte de su siembra, de que atacaran su casa a piedrazos y balazos, y de que tuviera que pasar semanas con custodia de Carabineros.-Eso fue lo que me pasó en 2019 y por lo que terminé expulsado. El tema era: o seguía una pelea eterna, o me iba. Yo decidí, por mi edad y por mi familia, irme.-¿Cree que fue algo personal contra usted, como agricultor?-En ningún caso fue algo personal contra mí, lo que pasó fue parte de un conflicto (...). Es una tierra de conflicto, eso no lo podemos ignorar, un conflicto que tiene cientos de años y ya debería haberse eliminado hace rato, con una buena intervención del Estado, con una buena integración a la sociedad, con una buena ayuda a los mapuches. El problema es que los han dejado en la pobreza y en el abandono.A fines de los 50, Gregorio Correa, en ese entonces un niño de apenas 5 años, llegó junto a su familia al sector de Victoria. Su padre se dedicaba al campo, por lo que varias veces al año viajaban desde Santiago para allá, además de instalarse todos los veranos.Cuando tenía 18 años, cuenta, sus padres partieron por un tiempo a Australia. Entonces, él comenzó a hacerse cargo del campo. Y más tarde, en 1984, arrendó a pocos kilómetros de ahí otro predio para cultivarlo.-Uno empieza desde chico a tener mucho contacto con la gente que trabaja, con los vecinos. La zona es habitada, en general, por bastante colono, mucho chileno y mapuche, que en el fondo todos han convivido durante toda una vida, y sin mayores problemas. Esa es la verdad del tema. Nunca se había visto esto -relata.Correa cuenta que siendo joven solía cruzar a caballo el río que pasaba cerca del campo, para ir a visitar a las familias mapuches que vivían cerca.-Era un panorama ir a vernos entre los vecinos, ir a la casa de ellos a comer cerezas, de los Huenchullán. Todos eran profesores de las escuelas del sector, eran parte de los caciques de la zona y era muy entretenido hablar con ellos. Ellos también venían, nos pedían leña, qué se yo, uno de repente regalaba hasta un caballo. Había una buena relación incluso de trabajo -dice Correa.Recuerda solamente una ocasión en que hubo una discusión respecto a un sector del campo y una comunidad mapuche, pero que no pasó a mayores.-Decían que en una zona había un cementerio indígena, pero no había nada probado. Uno escarbaba por ahí y no encontraba anda, y ellos tampoco. Son tierras que no puedes desconocer que antes estuvieron habitadas por indígenas y no solamente mapuches, más antiguos que los mapuches. Eso hay que...

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