Érika Silva 'Dávalos no puede decir toda la verdad sobre lo que pasó'
El 14 de mayo de 2015, dos días después de renunciar a su cargo en la Dirección Sociocultural de la Presidencia, Érika Silva prendió el televisor y recuerda que se vio a sí misma. En el programa Vértigo, en una pantalla gigante, estaba ella. Más bien, su cara. Exactamente, vio a Yerko Puchento con una máscara de ella, dándose un festín con la cerrada defensa que hizo Silva de Sebastián Dávalos, su jefe de entonces, quien también había salido de La Moneda tras estallar el caso Caval.
Entonces, escuchó la rutina que la mencionaba como "la asistente del guatón", "una mezcla entre la Rupertina y la Elvira", "más loca que la doctora Cordero", "más rayada que la camiseta de la Juventus".
Érika Silva dice que apagó el televisor. Han pasado dos años y vuelve a hablar de ese momento, ahora sentada en un restorán del barrio Brasil, a un par de cuadras de su actual trabajo, en el Centro de Investigación e Innovación en Educación y TIC, de la Universidad de Santiago, donde hace cursos y asesorías en tecnología y desarrollo humano. Donde, además, es parte del equipo coordinador de Edutec 2017 y colabora para el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en la creación de una comunidad virtual destinada a apoyar las organizaciones sociales.
Pero hace dos años, ella era la jefa de gabinete de Sebastián Dávalos. El día en que el hijo de la Presidenta Michelle Bachelet renunció en La Moneda, Érika Silva aparecía en las imágenes detrás de él. Antes de presentar su propia renuncia, un mes más tarde, ella dio una improvisada conferencia, donde, nerviosa y sin pestañar, dijo: "Me voy con la frente en alto, porque soy bacheletista desde la punta de la uña de mi pie hasta el pelo".
-Cuando la Natalia Valdebenito hace una parodia de ti en el Festival de Viña, y la ve toda tu familia; cuando Daniel Alcaíno habla mal de ti sin conocerte, es terrible. Ahí pensaba que si estuviera peor parada en la vida, una buena idea habría sido dejar de existir -dice-. Sentía que debía estar en otro lugar, no donde todos te apunten con el dedo, donde hasta en la tele se ríen de ti. Nunca he robado nada, y todos hicieron un juicio de mí.
-¿Se arrepiente de haber defendido a Sebastián Dávalos?
-No me arrepiento, porque no hubiera llegado a las cosas bellas que he logrado si no fuera por el tortuoso camino en La Moneda. Ha sido una lección de humanidad tan grande, como una cicatriz en el cerebro, un rasguño.
"Me acuerdo de que entre que Sebastián se fue y me mantuve en La Moneda, me subía a la micro y me decían: "Ahí va la puta de Dávalos, esa hue... es ladrona, esa es la Natalia Compagnon". Y es terrible, porque él es mi amigo. Él podría haber atropellado a alguien y no iba a dejar de ser mi amigo. Podría haber cometido el error que sea, pero seguía siendo mi amigo. No soy de las que desechan a alguien por los cagazos que se mandan, porque yo también me podría haber equivocado y no quiero que me desechen. Era horrible.
-¿Sabía sobre los negocios de Natalia...
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