Érase una vez en Aysén - 16 de Abril de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 928763480

Érase una vez en Aysén

E s un amanecer de fines de verano, pero en Coyhaique Alto , muy cerca de la frontera con Argentina, las cuatro estaciones se asoman indistintamente. En el mismo cielo conviven un arcoíris sin inicio ni final, avutardas que escapan de las nubes oscuras, una cortina de luz que enhebra la meseta pampeana cubierta por una nieve estival. No es fácil orientarse en esta zona de márgenes y transiciones. La cordillera hundida en el mar ha quedado repentinamente atrás y ante nosotros, hacia el oriente, se abre un horizonte de llanuras cubiertas de coironales y parches de ñirres, cuyas hojas anaranjadas visten los albores del otoño. Es la región histórica de la Trapananda de Aysén, la tierra adentro de los patagones."Estamos justo en la zona de transición entre el bosque templado y la estepa patagónica", dice Javier Galilea Reyes, organizador de Tierra de a caballo, la travesía que nos convoca.Javier es parte de una familia pionera coyhaiquina, dueña de la estancia de 12 mil hectáreas que recorreremos los próximos dos días: la Estancia Punta del Monte , llamada así porque aquí el monte tupido acaba para dar inicio a la estepa (para los patagones el monte se refiere a bosque). Junto a Francisca Stock Cristi, su compañera, estos dos jóvenes se han abocado con su empresa Aysén Somos a desarrollar actividades que integran la cultura gaucha campesina con la montaña patagónica. Un paisaje cultural que muchas veces se sitúa en universos separados: la Patagonia indómita y prístina por un lado; la gaucha y arriera, por el otro. Por eso, ahora se han propuesto reunir bajo una experiencia común que les habla de su familia, su infancia, pero también del inicio del poblamiento histórico en la región."Aysén se forjó a lomo de a caballo", había dicho el historiador aysenino Leonel Galindo un día antes del inicio de nuestra travesía, en un quincho en las cercanías de Coyhaique. Allí explicó a un grupo de 30 puesteros, campesinos, gauchos y criadores de caballos, las diferencias entre las dos grandes escuelas ecuestres, el arte de la jineta -proveniente de las tribus berebere- y el de la brida -propio de la tradición inglesa-. "Ustedes todos pertenecen a la escuela de la jineta", dijo.El silencio reinó hasta la pregunta clave. Había que enumerar los nombres que usaban para referirse al pelaje del caballo. Entonces brotó un manantial atropellado de términos, que requieren años de gauchaje para poder memorizarlos. Un glosario ininteligible para una persona de a pie. Bayo gateado y malacara, pangarí, alazán tostado, caballos chascones, bichotos, macetas, matungos y sancochos... Se estima que un campesino de la Patagonia maneja alrededor de 150 palabras para referirse solo al pelaje de un caballo."En un lugar como Aysén, con un poblamiento tan reciente, la cultura de a caballo ha determinado una forma de hacer la vida. Una persona sin caballo ni perro no hace nada", diría un rato más tarde Leonel Galindo.De esta manera, acercar la vida "de a caballo" es parte de un propósito mayor en la región, que se traduce en recuperar la vida de campo. Una ruralidad que ha sido puesta en riesgo producto de las fuertes sequías e intensas nevadas. Ello explica, quizás, el enorme apoyo que recibe esta travesía en su primera versión."Somos de la Patagonia, no tenemos que olvidarnos de nuestros pioneros ni de nuestras tradiciones. Aquí todos tienen caballo, pero la mitad de los asistentes sabe herrar", dice Johanna Hernández, que es concejala de...

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