Enfrentamiento entre La Moneda y Peñailillo alarma al oficialismo - 31 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 571449442

Enfrentamiento entre La Moneda y Peñailillo alarma al oficialismo

Para algunos, aquel lunes 11 de mayo en que cambió el gabinete, cuando las cámaras enfocaban a un solitario Rodrigo Peñailillo que debía permanecer así por largos minutos antes de que empezara la ceremonia: la imagen misma del poder perdido. Para otros, el dato clave fue la permanencia en el Gobierno de su gran adversario, el subsecretario Mahmud Aleuy, el mismo cuya salida le recomendó a su sucesor, Jorge Burgos, según este último le ha comentado a parlamentarios DC. Esto, mientras se hablaba de una razzia contra la G 90 -el grupo PPD que Peñailillo lidera y que se ubicó en puestos claves de la administración-... aunque en rigor esta aún no se ha producido: solo se han ido, por razones obvias, sus asesores de Interior, mientras permanecen por ahora en el Gobierno figuras como Harold Correa (jefe de gabinete del ministro de Educación ) o Adolfo Galindo (ídem de la ministra de Minería).

Como sea, una cosa es clara: la distancia entre el ex jefe de gabinete y La Moneda alcanzó estos días rangos extremos, lo que a su vez mantiene alarmado a todo un sector del oficialismo, incluidas figuras que poco quieren al ex secretario de Estado, pero que ven en la prolongación de dicho distanciamiento una amenaza real para el Gobierno.

Máxime cuando el discurso de Palacio negando la existencia de una precampaña anterior al arribo de la Presidenta Bachelet en marzo de 2013 terminó cayéndose a pedazos, echando así por tierra la apuesta de que con el cambio de gabinete quedarían atrás los problemas y el Ejecutivo iniciaría una nueva etapa.

El Segundo Piso no quiere echar pie atrás

Lo concreto es que en una semana crítica, la misma en que Giorgio Martelli declaró durante tres días ante la fiscalía y cuando su testimonio determinará las próximas diligencias judiciales, no existen líneas de comunicación entre La Moneda y Peñailillo, ni acercamientos para lograr que el discurso oficial confluya -o al menos no se contradiga- con el de un ex ministro que ya está decidido a hablar públicamente para precisar su rol en dicha "precampaña" y defender su imagen.

En lugar de eso -sostienen cercanos a la ex autoridad- ha predominado en el Gobierno la tesis de "dejarlo caer", la que atribuyen a figuras como el subsecretario Aleuy y la jefa del gabinete presidencial, Ana Lya Uriarte. A esta -quien estuvo a cargo de la revisión de los antecedentes sobre el trabajo de la G 90 en 2012 y 2013, y los pagos recibidos desde la empresa de Martelli- se le asigna la autoría de una frase lapidaria: aquella de que algunas personas, "usando el nombre de la Presidenta", establecieron fórmulas para recaudar dineros de modo previo a su llegada, como dijo el ministro Jorge Burgos el domingo pasado en Tolerancia Cero. Ese "usando el nombre" golpeó con dureza a Peñailillo.

Al día siguiente, cuando en la reunión del comité político se notificó a los partidos de que la negación de la precampaña era la postura oficial, hubo voces -Isabel Allende, del PS; Jorge Pizarro, de la DC, y Ernesto Velasco, del PR- que plantearon dudas respecto de la viabilidad de sostener tal discurso, pero se les advirtió que no había margen para salirse de esa línea: después de todo, había sido la propia Presidenta Bachelet la primera en negar la existencia de precampaña, en un desayuno con periodistas el 21 de abril... lo mismo que Peñailillo repitió días después en entrevista con "El Mercurio".

El miércoles -luego de que se filtraran a la prensa sucesivos antecedentes en cuanto a que el propio ex ministro viajó a Nueva York en 2012 a ver a Bachelet con un pasaje pagado por la empresa de Giorgio Martelli, la que también financió los desplazamientos de quienes luego se integrarían al comando de campaña, así como del equipo audiovisual y hasta el teléfono celular- el vocero, Marcelo Díaz, introdujo un matiz: sin salirse del discurso de la no precampaña, admitió que el ex ministro jugó un rol "articulador".

Esa corrección no fue bien vista desde el Segundo Piso de Palacio, el cual le pidió a Díaz no seguir refiriéndose al tema.

Venganzas mutuas

Aunque hacia el fin de la semana algunas versiones hablaban de que "el realismo" se terminaría por imponer y se explorarían vías para acercarse al ex ministro, hasta ahora ello no se ha concretado. Y, al contrario, se acumulan los agravios mutuos, o lo que cercanos a uno u otro estiman artillería pesada lanzada por el adversario. Así, la publicación de una asesoría prestada a Caval en 2012 por el estudio en que trabajaba Ana Lya Uriarte fue vista en La Moneda como una venganza de la G 90 frente a quien atribuyen responsabilidad central en la caída en desgracia del ex ministro. Y lo mismo...

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