Enfoques internacionales - 5 de Agosto de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 452278138

Enfoques internacionales

Embates de la violencia histórica

La violencia en Colombia, como lo recordó el Presidente Santos la semana pasada, es de larga data: viene prácticamente desde la Independencia, con una guerra civil tras otra. Muchos colombianos recuerdan todavía la "Violencia" (así la llaman, con mayúsculas) desencadenada en 1948, tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, que abrió un baño de sangre por una década, al que solo se puso coto por acuerdo entre los dos principales partidos para alternarse en la Presidencia. Pero la forma de hacer justicia por propia mano quedó en la cultura social colombiana. El 27% de las muertes de hombres colombianos el año pasado fue un asesinato, comparado con apenas el 7% entre las mujeres. La brutalidad de la guerrilla y del narcotráfico completa el cuadro de una sociedad azotada por este flagelo.

El enorme esfuerzo que está haciendo el gobierno de Santos para llevar adelante un proceso de paz, al tiempo que mantiene un frente militar para evitar que la guerrilla se refuerce con un cese del fuego, podría dar frutos en el corto plazo. El Mandatario se ha propuesto finiquitar en octubre un acuerdo que lleve a la desmovilización de los rebeldes y a su incorporación a la vida política, para lo cual la guerrilla puso condiciones que les garanticen su participación. Ya se ha aprobado una reforma en el Congreso, que debe ser avalada ahora por el Tribunal Constitucional, que permitirá dictar leyes específicas para la incorporación de las FARC a la vida civil.

Quienes impugnan la reforma argumentan que ella dará impunidad a muchos crímenes cometidos durante estos años. Pero lo óptimo es enemigo de lo posible y, así, quienes defienden el "Marco jurídico para la paz" tienen razón en sostener que es mejor hacer justicia en los casos más graves de violaciones a los derechos humanos, pues sería imposible investigar la totalidad de las 304 mil denuncias presentadas. La verdadera impunidad -dicen- se daría al abrir todas esas causas y dejarlas morir ante la imposibilidad de llegar a conclusiones certeras.

Que las conversaciones van bien encaminadas puede concluirse por dos gestos recientes de ambos lados. Santos reconoció, por primera vez, la responsabilidad que tiene el Estado colombiano en violaciones a los derechos humanos, "en algunos casos por omisión, en otros por acción directa de algunos agentes". Por su parte, en La Habana, representantes de la guerrilla se mostraron dispuestos a "pedir perdón" a los familiares...

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