La encrucijada científica rusa - 2 de Septiembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 692544133

La encrucijada científica rusa

Dmitri Trubitsyn es un joven físico emprendedor con una reputación patriótica, y en Akademgorodok -un sector de la ciudad rusa de Novosibirsk, en la región de Siberia- es considerado como modelo de talento, dedicación y emprendimiento, características que Vladimir Putin ha aplaudido como fundamentales para el futuro económico de Rusia. Sin embargo, hoy enfrenta la posibilidad de hasta ocho años en prisión, después de un reciente allanamiento de su casa y oficina, y de que una corte dictará su arresto domiciliario al menos hasta octubre, lo que le impide salir de su departamento o comunicarse con cualquier persona que no sea un familiar directo.

Trubitsyn, de 36 años, cuya compañía, Tion, fabrica sistemas de purificación de aire de alta tecnología para casas y hospitales, es acusado de poner en peligro las vidas de pacientes hospitalarios y de tratar de elevar sus ganancias mejorando los purificadores de modo que consumieran menos electricidad. Más importante, se lo acusa de hacer esto sin que las autoridades reguladoras del Estado hayan certificado los cambios.

Es un caso que pone de relieve las tensiones entre las aspiraciones de Putin para un sector privado dinámico y su determinación de aumentar los poderes del aparato de seguridad de Rusia. Mediante la aplicación de una ley de 2014 destinada a proteger a los rusos de la medicina falsa, los investigadores del Servicio Federal de Seguridad -el KGB postsoviético- y otras entidades acusaron a Trubitsyn de liderar una conspiración criminal para, esencialmente, innovar en forma demasiado rápida y libre.

La situación ha indignado a colegas científicos, emprendedores y a otras personas en Akademgorodok, una localidad con fama de librepensadora, con amplias avenidas, caminos boscosos y 35 institutos de investigación de la era soviética, donde muchos consideran que el gobierno ruso socava la propia meta económica que se fijó: fomentar las empresas que utilizan a los cerebros rusos en lugar de extraer petróleo, gas y minerales de la tierra.

Más de cinco mil personas firmaron una petición en la que le piden a Putin que detenga "este ejemplo vergonzoso de fuerte presión sobre las empresas respetuosas de las leyes". Trubitsyn y su compañía "son, sin exagerar, el orgullo de Akademgorodok", decía la petición.

Aleksei Okunev, de la Universidad del Estado de Novosibirsk, en Akademgorodok, quien ha trabajado estrechamente con la compañía de Trubitsyn, calificó la situación de "incomprensible", y agregó...

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