'Se empieza a calificar a los jueces políticamente y eso es muy negativo e injusto porque no actuamos así'
Hace más de un mes, Raúl Mera Muñoz (67) dejó la Corte de Apelaciones de Valparaíso para incorporarse como ministro al Tribunal Constitucional (TC), en una de las tres vacantes elegidas por la Corte Suprema. Un hecho inédito, por ser la primera vez que un magistrado dejaba el Poder Judicial por la justicia constitucional.Desde niño, el nuevo integrante del TC tenía clara cuál sería su profesión: "Entré a estudiar Derecho para ser juez, porque siempre me interesó", recuerda. Es que la vocación la lleva en los genes: es parte del "clan Mera", como se conoce en el ámbito judicial a esta familia de jueces y abogados.Su padre, Rafael Mera, ejerció también como ministro en la Corte de Valparaíso, entre 1973 y 1987; su hermano, Juan Cristóbal, es presidente de la Corte de Santiago, y su hermana, Liliana, es ministra y expresidenta del tribunal de alzada de San Miguel. También es abogado su hermano mayor, Rafael, quien fue fiscal regional de Los Ríos hasta 2015.En paralelo a su vida judicial, también tiene alma de escritor, que comenzó cuando estudiaba leyes. Su primera publicación fue un libro de cuentos, en 1996, titulado "Tres Sueños". Luego vino una novela, "Cruce de Caminos".A lo largo de sus 43 años de carrera en el Poder Judicial, que comenzó en 1980, como secretario del Juzgado de Letras de Río Negro, fue varias veces presidente de corte: dos veces en Rancagua y una en Valparaíso.Tras su elección en la magistratura constitucional, se lo ve contento y entusiasmado con las nuevas labores y la recepción de sus pares. Solo lamenta que su llegada al tribunal haya sido posible por el inesperado fallecimiento del ministro Rodrigo Pica, en junio pasado, cuyo tiempo restante en el cargo desempeñará él, es decir, hasta 2030.-¿Por qué tomó la decisión de postular al TC y dejar el Poder Judicial?-Siempre me gustó el trabajo jurídico de control e interpretación de normas jurídicas, eso es lo que hace el TC al cien por ciento. Me parecía que también era hora de dejar de lado la carga administrativa que tiene el Poder Judicial, que se ha acrecentado y que es algo que no me atrae."La segunda razón es que los tribunales, incluida en ocasiones la propia Corte Suprema, tienen que pesar la prueba y establecer los hechos en las causas, algo que la sociedad no calibra, no valora. Es algo muy complejo porque muchas veces los jueces establecen los hechos no mediante una prueba absolutamente objetiva, como, por ejemplo, informes psicológicos o sociales para establecer con quién se queda un niño (...). Después de tantos años me pesaba porque siempre hay una posibilidad...
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