Emmanuel Carrère: 'Me siento totalmente atraído por la verdad'
Sencillo, relajado, vestido con polera negra y jeans, Emmanuel Carrère (París, 1957) recibió a "El Mercurio" haciendo gala de su calidez y sentido del humor. "El viaje ha sido demasiado corto. Los tres días en Atacama fueron increíbles y, por supuesto, me gustaría ir al sur. Creo que esto es el comienzo de una historia con Chile", declaró un día antes de volver a su país este hombre de rostro expresivo, que gesticula mucho y habla un francés cultivado y enfático.
Comparado con autores como Truman Capote ("A sangre fría") por sus eximias novelas de no ficción, a las que él prefiere llamar "retratos novelados", Carrère es un nombre mundialmente famoso gracias a libros como "El adversario" (2000), acerca del falso médico que asesinó a toda su familia; "Limónov" (2011), protagonizada por el fundador del partido nacionalbolchevique de Rusia, y la más reciente de todas, "El Reino" (2014), ganadora del Premio Le Monde y con más de 250 mil ejemplares vendidos solo en Francia. Una novela en la que Carrère evoca su conversión al cristianismo en un momento crítico de su vida, para luego relatar su alejamiento de la fe y acometer la tarea de reconstruir, a partir de los textos del Nuevo Testamento, la relación entre San Pablo y Lucas, el Evangelista.
Agnóstico y relativista
-¿A qué atribuye el interés que despertó su libro "El Reino" en un país laico como Francia? ¿Pensó que sus inquietudes espirituales encontrarían el eco que tuvieron?
"Honestamente, sí. No me sorprendió, porque encuentro que es un tema prodigiosamente interesante y que suscita un interés general, incluso en un país descristianizado. De hecho, el éxito de un libro sobre Limónov me sorprendió más: era sobre un ruso que nadie conocía, y los que sí lo conocían pensaban que no era una persona muy recomendable. No estaba seguro de que mucha gente tuviese ganas de leer algo tan especializado. En el caso de 'El Reino', se trataba de un tema para todo el mundo, incluso para los no creyentes, pues era interesante conocer más sobre el origen de esta historia con la que todos hemos crecido. Es una de las bases de nuestra historia, de nuestra cultura. Creo además que es una historia increíblemente sorprendente, con personajes muy vivos, hasta se podría hacer una serie de televisión sobre ellos".
-En la novela usted se define como agnóstico. ¿Ya solo cree en "el calor del cuerpo, el sabor agridulce de la vida, la maravillosa imperfección de la realidad", como escribe?
"En realidad, digo que no soy lo suficientemente creyente como para ser ateo y por lo tanto soy un 'perfecto' agnóstico. Bueno, la verdad, no sé si 'perfecto' (risas), pero aspiro a esa perfección. Respecto de la frase, ni siquiera tengo un credo personal, así que desde esa perspectiva soy un relativista puro. Digamos que en este libro intento hacer dialogar visiones diferentes de mundo...
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