El editor generoso - 28 de Agosto de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 942011830

El editor generoso

Todos preferiríamos no estar en este funeral. Más que nadie, nuestro querido Marcelo Maturana habría querido evitarse esta ceremonia. No solo porque, obviamente, él preferiría seguir vivo, sino también porque le disgustaba llamar la atención hacia su persona. Supongo que nuestro amigo consideraba que sobresalir era una grosería. Nadie era menos propenso al exhibicionismo y la vanidad. Esta falta de "autobombismo" era más notable porque a Marcelo le bastaba descuidarse para sobresalir en varios campos.Sus dibujos destacan por la extrañeza psicológica que transmiten, esa sensación de lo unheimlich (algo que debía permanecer secreto se manifiesta). Sus crónicas nos capturan con un humor particular, que no se parece al de nadie. Esas columnas divagadoras registran una vida mental tan activa como sedentario era su protagonista. Pero lo más singular de Maturana es que él prefirió que esos y otros atributos suyos no se notaran mucho. Sus artículos brillantes los atribuía a otras personas: a un tal Vicente Montañés o a un cierto Artemio Echegoyen.Otro ejemplo de su modestia: sus amigos sabemos que Marcelo era un políglota autodidacta notable. Hablaba inglés, francés e italiano perfectamente y leía en varias otras lenguas incluyendo, por ejemplo, el griego y el ruso. Sin embargo, si uno le preguntaba ¿sabes ruso?, él respondía, pudoroso: "Un poquito". Yo sospechaba que ese diminutivo provenía de su modestia endógena. Y por fin, hará unos diez años, pude demostrarlo. En una cena grande y heterogénea apareció una rusa desconocida. Marcelo conversó con ella en su idioma. Después yo hice un aparte con la eslava, que era bilingüe y le pedí que me dijera sinceramente qué tal era el ruso de Maturana. La mujer me respondió seriamente: "Su gramática tiene algunas fallas, pero su acento es curiosamente excelente". Curiosa excelencia, sin duda. Cuando aprendemos un nuevo idioma, lo último que adquirimos es el acento y, en general, jamás conseguimos dominarlo. Pues bien, Marcelo logró dominar el acento ruso, pero, ya que le fallaba la gramática, decía que solo hablaba "un poquito" de esa lengua.Tan inusual como su inteligencia discreta fue la sensibilidad poco común de Marcelo. Era sensible, era delicado, rehuía el cinismo y no temía ser tierno. Empleo adrede esta palabra desvalorizada: tierno. Había ternura en Marcelo. Se juzgaba a sí mismo con dura lucidez, pero era benevolente con el resto; en general, pensaba bien, acaso demasiado bien, de los demás.Marcelo...

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