Un edificio en la primera línea - 15 de Febrero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 840295348

Un edificio en la primera línea

Desde el cubículo de la conserjería, ubicado en medio del pasillo, David Calderón, 38 años, no le quita el ojo a la calle. Es viernes, son las siete de la tarde y por la mampara de vidrio se observa que afuera hay personas que comienzan a correr cubriéndose la boca. De un salto, él avanza hasta el umbral y cierra la reja de metal negra, donde cuelga un cartel que dice: "Apoyamos tu causa. Aquí viven familias y niños".Por las tardes, David Calderón es el guardián de esa puerta que separa el edificio de la calle Ramón Carnicer, a pocos metros de Plaza Italia, en la primera línea de donde ocurren las manifestaciones.-Mi tarea es resguardar el acceso principal y asegurar un poco el bienestar de las personas que viven aquí. Pero es una odisea, porque todos los días hay manifestaciones -dice.David Calderón es venezolano, entró a Chile por la frontera norte, con 35 mil pesos chilenos en el bolsillo, hace nueve meses, poco antes de la crisis migratoria de venezolanos en Chacalluta. En Caracas dejó a sus padres, su mujer y su hijo, a quienes les envía regularmente dinero. Hasta mediados de octubre trabajaba como técnico en una empresa de ascensores, pero cuenta que, tras la violencia de los primeros días del estallido, el dueño de esa empresa lo despidió junto a otras tres personas, previendo que los meses siguientes serían muy difíciles.A fines de octubre llegó a trabajar al edificio de Ramón Carnicer. En ese momento urgía encontrar un reemplazo: un conserje estaba sufriendo crisis de pánico y había presentado licencia y el otro, Francisco Quezada, estaba solo y sobrepasado.-Mi primer día me trajo un amigo en moto porque yo no sabía dónde quedaba. Llegué como a las cuatro de la tarde y afuera era una locura. Pensé: "No puedo creer que sea acá" -dice David-. Entré y dije: "Me llamaron para hacer la tarde de hoy". El señor Francisco me explicó unas cositas rápido y se fue. Me asomé a la calle y estaban tirando piedras. Entonces hice lo mismo que hacíamos en Venezuela cuando había protestas: cerré la puerta para evitar los peñascazos y que alguien se fuera a meter.La comunidad del edificio de Ramón Carnicer está compuesta por 140 personas que se distribuyen en dos torres de ocho pisos, en un total de 66 departamentos.-Aquí vive mucha gente de la tercera edad. Otro grupo son los solteros y solteras. Y algunas familias con niños, pero se han ido casi todas -relata Francisco Quezada, el conserje más antiguo, que lleva 40 años trabajando ahí.Según cuenta, desde que comenzó el estallido social ha habido una estampida de vecinos. En este momento hay diez departamentos desocupados en arriendo o en venta y también hay residentes que están temporalmente fuera, en casas de familiares o amigos, a la espera de que el conflicto decante.-Los vecinos que se quedaron se organizaron y han tomado medidas -agrega Francisco Quezada.La directiva de la comunidad hizo un catastro y sumaron a prácticamente todos los residentes al WhatsApp del edificio para poder comunicarse. Decidieron que ya no podría ser "un edificio de puertas abiertas" y que era necesario organizar turnos entre los vecinos para apoyar a los conserjes en el cuidado del acceso principal. Para los días más álgidos, además, en la entrada instalaron una mesa con limones y agua con bicarbonato para los que llegaban muy afectados por el gas de las lacrimógenas.David Calderón cuenta que en varias ocasiones les ofreció asistencia a mujeres y niños que estaban ahogados por el gas y se acercaban a la entrada del edificio para resguardarse.-Pero dejé de hacerlo porque tuve problemas con un señor. Él me preguntó: "¿Por qué estás ayudando a esos vagos que están destruyendo mi país?". Le expliqué que trabajaba en el edificio y que acá los vecinos habían decidido prestarle ayuda a quienes lo necesitan. Me dijo: "Ándate, extranjero de mierda" y me tumbó la bandeja que tenía en mis manos con los limones y el agua -relata.David abre el portón negro y observa a quienes andan cerca. Hay un guanaco de Carabineros alejándose por la calle y un grupo de jóvenes al lado de la puerta, tomando cervezas. Les pide que no dejen botadas las...

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