¿Se eclipsa el cine romántico?
Después de un sonado triunfo en la entrega de premios, ella y él llegan a su refugio costero. La celebración será íntima, a puertas cerradas; pero nada es tan simple desde que él se olvidó de mencionarla en su discurso de agradecimiento. Más temprano que tarde, y pese a la alegría y el cariño de por medio, la mala sangre llegará al río. En "Malcolm y Marie" -reciente estreno de Netflix- lo que prometía ser una noche para dos, se transformará en un amargo ajuste de cuentas y algo más: protagonizada por Zendaya y John David Washington, la pareja afroamericana del momento, la película está dirigida por el blanquísimo Sam Levinson y, considerando el delicado ambiente racial del último par de años en Hollywood, la pregunta cae de cajón. ¿Qué hace un blanco a cargo de una historia de amor protagonizada por actores negros? A menos que, tal como ha señalado cierta crítica, "Malcolm y Marie" no sea realmente una cinta romántica, sino una película sobre la naturaleza de la apropiación cultural y el presunto derecho de un cineasta de cualquier color para permitirse narrar lo que le venga en gana.¿No será enredar demasiado el asunto?Lo es. Pero así están las cosas. De un tiempo a esta parte los géneros cinematográficos navegan entre toda clase de obstáculos y probablemente ninguno lo ha tenido tan difícil como el cine romántico; porque claro, ya no es tan simple que chico conozca a chica, o que ambos se acerquen, se distancien, sufran y luego se reúnan. El mundo y las películas ya no funcionan así.En realidad nunca lo hicieron.La diferencia es que ahora parte de la industria, de la audiencia y una buena porción de las redes sociales no estarían dispuestas a tolerar ni tragarse convenciones o supuestos que muchos solían dar por sentados. Se sospecha de diversas causas:- Progresiva fragmentación de las audiencias . Tener demasiados públicos distintos vuelve imposible narrar romances al estilo de "Casablanca" (1942), que impactan más allá de fronteras, perfiles etarios, socioeconómicos y diferencias culturales.- Gradual disminución de recaudaciones en taquilla , seguido del desinterés de los estudios cinematográficos en continuar produciendo ese tipo de material. ¿Por qué invertir los dólares en una historia de amor, si es más eficiente hacer una película de gente con capa y poderes?-Comoditización del género en manos de las apps de streaming . La mayoría de los títulos de romance en Netflix, Amazon y similares está ahí para hacer bulto, número. ¿Cómo hace el usuario para diferenciar las visibles de las insufribles?-Extinción del star system . No hay caso: las películas de amor dependen de los actores que las protagonizan. De su capacidad para atraernos y conseguir que empaticemos con ellos. Con todo el respeto que merecen, una cinta protagonizada por Emilia Clarke o Ansel Elgort no es lo mismo que una con Julia Roberts, Brad Pitt o George Clooney, en sus mejores momentos. Algo ocurre con Hollywood que ha sido incapaz de generar el necesario tiraje a la chimenea en lo que a rostros...
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