El drama de las 'Mujeres por La Araucanía': 'Esto ya no es miedo. Es terror' - 28 de Noviembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 588349766

El drama de las 'Mujeres por La Araucanía': 'Esto ya no es miedo. Es terror'

-Lamentablemente, me tuve que comprar una.

-¿Sabe disparar?

-Yo sé manejar camiones, sé agarrar la pala, sé manejar un chancador, ¿por qué no voy a saber manejar un arma? No hice el curso, no me dio el tiempo, pero sé.

-¿Y estaría dispuesta a disparar si entran encapuchados a su terreno?

-Lamentablemente, sí. A mí nadie me ha regalado nada, es mi esfuerzo, es mi sacrificio. Y yo tengo que salir adelante.

La mujer -mapuche, perteneciente a una comunidad ubicada en Padre las Casas, en La Araucanía- se llama Cecilia Jara Llancavil. Hace pocos minutos salió de una reunión con el ministro del Interior, Jorge Burgos, quien visitó por cuarta vez la IX Región este jueves 26 de noviembre, en busca de una solución al conflicto mapuche.

Ella lleva puestos unos aros y un collar de Trapelacucha, usanza tradicional de su pueblo. Al contar su experiencia, se emociona. "Yo espero que esto mejore, porque si no, vivir en la región ya no tendría sentido", dice.

La noche del pasado 1 de enero, en plena celebración de año nuevo, a Cecilia Jara le quemaron las dos únicas máquinas que tenía para la extracción de árido, negocio al cual se dedica desde hace 16 años. "El atentado fue a veinte metros de mi casa. Yo estaba celebrando en Temuco cuando me llamó mi vecina. 'Sus maquinas se están prendiendo', me dijo. Le pedía a Dios que no fuera así. Cuando llegué, lo primero que hice fue tirarle arena al fuego. Y después se me ocurrió traer unas frazadas mojadas, pero fue inútil", afirma.

La mujer tiene hoy deudas por más de 80 millones de pesos, pues todavía no termina de pagar el crédito por sus máquinas quemadas.

Plantando flores en las cenizas

Cecilia Jara es parte de la agrupación "Mujeres por La Araucanía", que congrega a unas 250 mujeres, entre mapuches, parceleras y agricultoras, que provienen del campo y la ciudad. La gran mayoría de ellas ha sido víctima de atentados, o, bien, solidarizan con la causa.

Tienen cuatro grupos de WhatsApp a través de los cuales se alertan de los actos terroristas, pero también los ocupan como herramienta para las movilizaciones. Ellas han sido, muchas veces, las encargadas de organizar estos actos, como el del miércoles pasado, que congregó a 1.200 agricultores en Vilcún, a modo de protesta por el último atentado a la lechería de la familia Luchsinger.

Lo propio hicieron para el paro de los camioneros, en agosto pasado, llevando comida, agua y café a distintos puntos de la carretera; o cuando montaron una galería de fotos de actos...

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