Dos chilenos en el reino de los osos polares - 5 de Junio de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 905933296

Dos chilenos en el reino de los osos polares

A unque había estado escalando en distintas montañas del mundo, desde la Patagonia hasta Kirguistán, Cristóbal Cattan (33) dice que nunca, jamás en su vida, había sentido el frío que enfrentó en Svalbard.-Cuando me bajé del avión, me dio miedo el frío. Lo sentí súper fuerte. Tanto que al primer y segundo día andaba tullido. No podía acostumbrarme.Su papá, Álex Cattan, 60 años, también experimentado montañista (entre otros hitos, integró el equipo chileno que en 2005 subió el Nanga Parbat, uno de los ochomiles del Himalaya), lo confirma -ahora- con una sonrisa.-Llegamos a tener menos 29 grados Celsius. Yo había estado a esas temperaturas, pero la diferencia es que en Svalbard estás a nivel del mar, entonces el vaho de la respiración se te congela en un segundo, y además transpiras. La transpiración se congela también y te da más frío.Desde el sur de Chile, donde felizmente viven sin tullirse ni congelarse, Álex y Cristóbal Cattan (padre e hijo; gerente general de una conocida boutique en Concepción llamada Evita el primero; guía y fundador de Ruka Pali, una empresa de turismo de montaña en el valle Las Trancas, el segundo) están contando algunos detalles de la última gran aventura que emprendieron juntos. Esta vez, en uno de los lugares más remotos del planeta: el archipiélago Svalbard.Ubicado en pleno océano Ártico, a unas seis horas en avión desde las costas de Noruega, Svalbard es el lugar habitado más septentrional del planeta, pero con un detalle curioso: aquí hay más osos polares que personas. Según datos de las propias autoridades locales, en Svalbard viven alrededor de 3.000 osos polares, mientras que en las tres islas habitadas -Spitsbergen, isla del Oso y Hopen- no hay más de 2.900 personas en total.Un sitio lejano y tan frío que la gente ni siquiera puede enterrar a sus difuntos, ya que el permafrost (la capa de suelo permanentemente congelada que caracteriza a las zonas más frías de la Tierra) hace que los restos nunca se descompongan, por lo que la única opción permitida es cremarlos y guardarlos en una urna en el cementerio local. O enviarlos de vuelta al continente.Además, es en Svalbard, precisamente en las afueras de Longyearbyen, el pueblo principal de la isla principal, Spitsbergen, donde se encuentra el famoso Banco Mundial de Semillas, un almacén subterráneo, construido en pleno permafrost, donde se conservan las semillas de miles de plantas de cultivo de todo el mundo, como un resguardo alimentario en caso de una futura catástrofe mundial.Álex y Cristóbal, por cierto, no querían ir a Svalbard para morirse de frío, sino más bien para realizar una travesía única que los había alucinado (sobre todo al primero: le había volado la cabeza desde chico): caminar durante días sobre esquíes, arrastrando un...

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