Doce años buscando a José - 30 de Noviembre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 828094961

Doce años buscando a José

Del parte policial:Un metro 65 centímetros de alto, 68 kilos de peso, semicalvo.Chaqueta y pantalón gris, sweater azul, camisa celeste, polera amarilla, zapatos café, calzoncillos y gorro de lana verdes, panties burdeos, calcetas grises.Del informe del Servicio Médico Legal:Desgarramiento de la oreja derecha, fracturas del hombro izquierdo, de las rodillas derecha e izquierda, de la tibia y el peroné izquierdos, del tobillo izquierdo.Fracturas de cráneo, cuello y costales. Cerebelo desgarrado. Heridas en tráquea y bronquios, pulmones y bazo. Estómago sin rastros de comida. Sangre sin alcohol ni drogas.Pero lo que más recuerda Catherine Alarcón Acuña, 44 años, son sus ojos azul intenso. Desde 2003, la voz en su cerebro no le da tregua.-Cuando salgo todavía lo busco... Veo un viejito medio parecido y lo sigo, pero después cuando se da vuelta veo que no son los ojos azules de mi papá y me tengo que devolver, nomás.El 30 de junio de 2003, José Alarcón Ulloa llevaba cinco días sin regresar a su casa en la población San Gregorio de La Granja. Había salido a las siete de la mañana para ir a su trabajo. Era temporero en Rancagua y solía pernoctar ahí cuando se le hacía tarde, de modo que su esposa, Eliana Acuña, y su única hija, Catherine Alarcón, estaban acostumbradas a esas ausencias. Pero cinco días era mucho y su mujer le pidió a su hija que fuera a Carabineros a hacer una denuncia por presunta desgracia.Un par de años antes, los carabineros de la decimotercera comisaría de La Granja habían llegado a su casa a avisarles que Alarcón Ulloa estaba internado en el Hospital Regional de Rancagua. Había bebido, se había caído, se había golpeado la cabeza y había terminado en la posta. Ahora, dos años después, la familia temió que hubiera sucedido lo mismo. Catherine fue a esa comisaría e hizo la denuncia. Creía que si algo le había pasado no podía ser tan grave, porque de haberlo sido, como en 2001, les habrían avisado, pues todos sus registros decían que vivía en la calle 5 Oriente de La Granja.Pero pasaron siete años. En ellos, Catherine Alarcón peregrinó entre Carabineros, hospitales, el Registro Civil, familiares, amigos, Rancagua, el trabajo de su papá.Catherine lo reconoce:-Yo pensé que se había ido con alguna viejuja, porque atraía a las mujeres. Pero me lo guardaba para mí, no quería comentárselo a mi mamá.Catherine es comerciante, ha sido asesora del hogar y hoy hace paños a pedido para Navidad. Es madre soltera de unas gemelas que tienen 18 años. Ella, sus hijas y su madre han sido diagnosticadas con depresión. Luce cansada. No ha dormido mucho, explica, porque su abuela, de 96 años, sufrió un infarto y los médicos le dijeron que a esa edad no resistirá un nuevo golpe, por lo que es mejor llevársela a su casa, en La Granja, para que no ocupe cama en el hospital.Catherine habla ahí, en una pequeña vivienda de fachada verde limón, sentada sobre un sillón de cuerina negro. Se emociona cuando habla de su padre, de quien guarda apenas una foto. La muestra en la pantalla de su celular: Alarcón luce una polera manga...

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