Divergente - 18 de Junio de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 906404989

Divergente

Quienes han tenido la oportunidad de visitar Pompeya estarán de acuerdo conmigo en que se produce una sensación contradictoria. Por una parte, es imposible no maravillarse del nivel de desarrollo alcanzado hace más de dos mil años por los romanos. Con tan solo 15 mil habitantes, Pompeya tenía estadio, teatro, piscinas temperadas, calles y aceras pavimentadas, además de una gran plaza pública donde se congregaban los ciudadanos para debatir, comprar y divertirse. Por otro lado, se genera una inevitable sensación de angustia después de constatar que luego de la caída del Imperio Romano tuvieron que pasar casi 1.500 años para que los seres humanos volvieran a tener una calidad de vida similar a la alcanzada por los pompeyanos.A Pompeya se la llevó el Vesubio, pero a Roma se la llevó la incapacidad de sus ciudadanos de respetar las normas de convivencia que los habían hecho una nación civilizada por cientos de años.En los últimos 250 años, nos hemos acostumbrado a un mundo que a pesar de la dificultades logra sortear la adversidad para seguir progresando. Si nos transportamos solo hasta la fecha de nacimiento de nuestros abuelos y bisabuelos, a principios del siglo XX, el ingreso por habitante en el mundo era de US$ 2.000 al año y el número de seres humanos que habitaban la Tierra apenas llegaba a los mil millones. Hoy, el ingreso por habitante es cercano a US$ 15 mil y habitan nuestro mundo cerca de 8 mil millones de personas. En el último segundo del calendario cósmico, no solo hemos sido capaces de sobrevivir a la depresión de los años treinta, dos guerras mundiales, la amenaza nuclear de la Guerra Fría y la pandemia del covid-19. Además, y a pesar de las predicciones de Malthus, estamos cerca de derrotar el hambre y de erradicar la pobreza.El desarrollo humano del último cuarto de milenio es tanto maravilloso como inesperado. El crecimiento económico y la abundancia no son la tónica de la historia de nuestro planeta. Claramente son la excepción. Y así como nos maravillamos del progreso y la resiliencia que observamos hoy, no debemos olvidar que hubo antes otros seres humanos, como los habitantes de Pompeya, que seguramente pensaron que el futuro sería siempre igual o mejor que el pasado, solo para comprobar que todo lo que habían avanzado ellos, sus padres y sus abuelos, tiempo después, lo perdieron para siempre sus hijos y sus nietos.Los países que aprenden a gobernarse a sí mismos -es decir, aquellos que construyen normas y leyes que...

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