La disyuntiva de Egipto - 28 de Noviembre de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 334618194

La disyuntiva de Egipto

En los últimos meses, las expectativas sobre el futuro han caído en la misma medida en que el poder de los militares se ha afianzado. En febrero, cuando los egipcios buscaron la protección de las Fuerzas Armadas ante la violenta represión por las fuerzas policiales de Mubarak, aplaudieron la formación de un gobierno transitorio, esperando que ese camino los llevaría a la democracia. Nueve meses después del derrocamiento del autócrata, los activistas vuelven a la Plaza Tahrir, esta vez para exigir la salida de los militares del gobierno.

A ojos de la oposición pro democracia, la junta militar encabezada por Hussein Tantawi -quien fue por 20 años ministro de Defensa- ha perdido legitimidad, pues si bien la votación de marzo pasado le dio un mandato para reformar la Constitución y elegir nuevas autoridades en un plazo determinado, no se han cumplido las condiciones para una verdadera transición. A la indefinición de los plazos para elegir al Presidente (se hablaba de 2013, pero ahora, por la presión popular, se habría adelantado para la primera mitad de 2012) se suma el hecho de que en la discusión constitucional se ha enfatizado el rol de los militares como garantes de la institucionalidad. En teoría, esto daría estabilidad al sistema político, pero en la práctica se estaría otorgando a las FF.AA. un poder de veto y atribuciones para intervenir cada vez que estimen que hay peligro para la democracia. El probable triunfo de los Hermanos Musulmanes, movimiento proscrito por Mubarak, será una prueba para medir si los militares aceptan mantenerse al margen de la contingencia política.

La renuncia del gabinete encabezado por Essam Sharef y la inusual disculpa pública del régimen por las muertes recientes pueden considerarse un triunfo de las últimas protestas (en las que no participaron los Hermanos Musulmanes), aunque quizás sea una victoria pírrica: para formar el nuevo gobierno fue designado un antiguo premier de Mubarak, lo que rechazan quienes protestan en la plaza Tahrir. Su misión sería gobernar hasta que se elijan las nuevas autoridades y mejorar las malas condiciones económicas que se están sintiendo en Egipto. Pero su reto inmediato es garantizar la seguridad de las elecciones -que se llevan a cabo en varias etapas, durante seis semanas- y que sean limpias y pacíficas, para que su resultado sea reconocido por la mayoría de los sectores, evitando así nuevos enfrentamientos.

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