El dilema de Xi : reformar o no reformar - 16 de Noviembre de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 406881434

El dilema de Xi : reformar o no reformar

No hubo fanfarrias ni abrazos cuando Xi Jinping caminó por la alfombra roja en el Gran Salón del Pueblo. Recién había sido "elegido" secretario general en el XVIII Congreso del Partido Comunista chino (PCCh), un rol para el que fue ungido hace cinco años. Junto a Xi, iba su número dos, Li Keqiang, un economista y protegido del jefe saliente del partido, Hu Jintao.

La élite del poder político chino ha cambiado desde la época de Mao Zedong. Su palabra era ley y eso llevó a China al caos. Después de Mao, Deng Xiaoping vio que la reforma económica era la salvación del país. Las siguientes dos generaciones de líderes chinos -con Jiang Zemin y luego con Hu a la cabeza - continuaron la reforma económica, pero vieron declinar su propio poder a medida que aumentaba la influencia de los grupos de interés al interior del partido. Xi ahora hereda el problema que tuvieron ellos.

Los jefes de las empresas estatales, algunas altas figuras del ejército y ex líderes (como Jiang y Hu) presionarán por sus intereses directamente o a través de sus representantes sobre la entidad más poderosa del partido, el Comité Permanente del Politburó, que en estos días suele tomar decisiones por consenso. Los intereses creados se han arraigado tanto que la reforma es difícil. ¿Está el nuevo liderazgo a la altura de las circunstancias?

La lista de cambios necesarios es larga. El partido tiene que reducir el poder de las empresas estatales, que acaparan el crédito y ahogan el crecimiento del sector privado. Tiene que reformar un sistema financiero que pasa una gran cantidad de los ahorros de los individuos hacia el deficiente sector estatal. Crear un estado benefactor se ha vuelto una prioridad económica, como también social. Políticamente se oyen cada vez más voces, incluso dentro del partido, que sostienen que se necesita una reforma más amplia. Hay pocas señas de un cambio político, aun cuando el control puede ser más sofisticado.

El gobierno local está sumido en la confusión. Además de abrir la economía, Xi tiene que empezar a reformar el Estado chino desde el primer nivel: hay que introducir más competencia en el nombramiento de funcionarios de gobierno; reformar los tribunales para moderar la insistencia del partido en que está por sobre ellos y el imperio de la ley; y privatizar la tierra para impulsar la productividad, dar participación a los agricultores y frenar a los funcionarios locales que se enriquecen al apoderarse de terrenos rurales para venderlos al sector...

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