Un dilema que entraba al Gobierno - 6 de Noviembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 652665205

Un dilema que entraba al Gobierno

Manifestación de grave irresponsabilidad parlamentaria, el rechazo de la Cámara de Diputados al reajuste del sector público también evidencia la pobre capacidad de gestión política que hoy exhibe el Gobierno, incapaz de conseguir un solo voto de apoyo a su propuesta, pese a encabezar, en teoría, una coalición ampliamente mayoritaria en el Congreso. Dos semanas después del terremoto electoral que significaron las municipales, La Moneda continúa sin asumir sus consecuencias. Se ha anunciado la decisión de acotar la agenda legislativa y de revisar el funcionamiento de las instancias de coordinación con los partidos, pero medidas de índole político burocrática difícilmente serán suficientes frente al golpe sufrido en las urnas. Inquietos por su futuro y ante la perspectiva de las presidenciales y parlamentarias de 2017, sus congresistas demandan del Gobierno una reorientación profunda, que pasa por redefinir equipos, prioridades y estilos. Luego de lo ocurrido el domingo 23, la cercanía con el Ejecutivo ha pasado a ser vista como un lastre político y, mientras no se produzca el cambio que reclaman, es predecible que se repitan episodios como el de esta semana, con el lamentable costo que ello supone para el país.

No es claro, sin embargo, que puedan converger los intereses de las fuerzas oficialistas con los de un gobierno al que parece ya no solo no preocuparle su impopularidad, sino que lo apuesta todo a una suerte de hipotética reivindicación histórica. Más aún si hacerse cargo de las correcciones que pudieren mejorar las opciones de la coalición significa renunciar a su proyecto e incorporar a sectores de la antigua Concertación hoy marginados por descreer de él. Ello, aunque precisamente esos sectores son los que podrían aportarle la capacidad de gestión que tanto requiere.

Desde otra perspectiva, los hechos de esta semana -en que al rechazo del reajuste se sumaron las violentas movilizaciones del viernes- cuestionan aquella promesa de gobernabilidad que en algún momento pareció encarnar la Nueva Mayoría, por el amplio espectro de fuerzas que la componían y el apoyo popular que la figura de la actual Presidenta suscitaba. Hoy, mientras ese respaldo se minimiza y los parlamentarios se distancian, los movimientos sociales privilegian sus propios intereses y los partidos oficialistas más cercanos a ellos se mantienen fieles a la lógica de "un pie en La Moneda y otro en la calle". Otra vez se constata así cómo, finalmente, la gobernabilidad se...

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