La difícil lucha de Valparaíso contra la basura, el deterioro, la delincuencia y los ambulantes - 30 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 730270709

La difícil lucha de Valparaíso contra la basura, el deterioro, la delincuencia y los ambulantes

No hay conformidad entre quienes trabajan o pasean por el barrio El Almendral de Valparaíso y el llamado "Eje Uruguay".

Dueños de puestos callejeros, propietarios de locales, vecinos, transeúntes y turistas: todos protestan por el deterioro de los edificios, los rayados de los mismos y por la inseguridad en torno al Congreso Nacional, un edificio totalmente fuera de escala respecto del entorno, que ha visto apiñarse a su alrededor comercio ambulante que no es controlado y, en los días de feria (miércoles, sábados y domingos), basura.

"Desorden y mugre por todas partes, y eso que ahora hay menos perros sueltos. Decadencia total", acusa la vecina Rosa María Martínez. Andrés Ramos, a su turno, reclama por el Rodoviario, la estación de buses justo frente a la sede del Senado, en la avenida Pedro Montt: "Cómo es posible que tengamos una estación tan mala aquí. Cuando se edificó el Congreso dijeron que la iban a cambiar. Nunca sucedió. Es un edificio indecente; los fines de semana simplemente no da abasto".

Si se camina por las calles aledañas, se observa un comercio activísimo y veredas plagadas de puestos establecidos y autorizados junto a cientos de vendedores ambulantes. Desde grifería a ropa interior se puede encontrar ahí, y también confites, verduras, papel higiénico. Ana Sepúlveda, que lee el diario La Estrella cada jornada, comenta que "esto ya no es lo de antes". Y en eso la apoya Rosa Vicencio, que ofrece mermeladas.

Chilenos e inmigrantes se confunden en esta masa de gente que quiere vender algo. "Y junto a ellos andan por ahí los rateros, que les echan el ojo a los gringos que pasean. Ellos no están acostumbrados a que les roben en las calles y los lanzas lo saben", dice Lorena Cano, que lleva más de 25 años al frente de una nutridísima ferretería. "Nadie hace nada aquí por la seguridad. Nosotros tenemos nuestro negocio en la calle, pero con autorización. Hemos hecho las cosas como corresponde, pero a los ambulantes no los controla nadie".

Benjamín Castro, que tiene un negocio de antigüedades desde hace más de 20 años, apunta al alcalde, Jorge Sharp: "El alcalde permitió todo esto. Con su manga ancha para que vengan todos, esto se salió de control. Ahora está lleno de gente que lo que vende son cachureos, no antigüedades. Hay chilenos que son vendedores ambulantes, pero también muchos inmigrantes. Hay tal confusión en las calles que eso ayuda a la delincuencia. Encima, tienen tapiada desde hace años la plaza O'Higgins, porque están...

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