Diario de un educador del Sename - 15 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 651083993

Diario de un educador del Sename

-No lo vi. Yo estaba de turno de noche y no fue en mi casa, sino que en otra. Pero vi a mis compañeros llorando, al director vomitando en el patio a las cinco de la mañana. El cabro no tuvo la posibilidad de salvarse. Ni aunque hubiese querido habría podido salvarse.

Andrés Leal tiene 59 años. Los últimos 17 los ha pasadotrabajando en el Centro de Internación Provisoria del Sename en San Joaquín: uno de los lugares donde menores de entre 14 y 17 años que han delinquido esperan un período de ocho meses o más mientras la justicia investiga sus casos y decide qué pasará con ellos.

-No pudo arrepentirse. Anudó la sabana en el camarote arriba y se dejó caer de espaldas. El piso es resbaladizo. Él era un cabro fornido. El peso lo hizo caer y si en algún momento quiso arrepentirse, su propio peso no lo dejó.

Leal tiene seis hijos. Vive en Puente Alto. Estudió hasta cuarto medio. Hizo cursos para especializarse en cuidado de menores. Pero todo lo que sabe, dice, lo aprendió aquí: en el Centro de San Joaquín, presenciando cosas como esta.

-No me acuerdo cómo se llamaba. No sé por qué estaba aquí. Solo me acuerdo de que cuando llegué a mi turno, el muchacho estaba castigado en una pieza, aislado. Creo que fue porque tuvo unas peleas con otros cabros. Lo dejaron en una pieza solo, para que se calmara. Y durante la noche a lo mejor a los tíos se les fue, se les olvidó o lo dejaron solo. La cosa es que a las tres y tanto de la mañana estaban llamando urgente a todo el mundo. El cabro se estaba ahogando.

Llegó vivo al consultorio, pero ahí no pudieron reanimarlo. Eso se demoró cinco minutos.

Andrés Leal llegó a este centro en 1999. Antes, dice, fue adicto a la marihuana y eso, está seguro, arruinó su primer matrimonio. Después de desintoxicarse encontró algunas cosas: el trabajo social en una parroquia de su comuna, una nueva pareja y un aviso en el diario donde buscaban educadores para este centro. Un trabajo que, a grandes rasgos, consiste en cuidar a los muchachos de una de las ocho casas donde residen los niños infractores. Ahí empezó a escuchar historias que no sabía si eran ciertas: los 10 jóvenes que murieron en un motín para un Año Nuevo, el chico de Til Til que fue apuñalado entre varios para quitarle un celular. Pero para los 1.313 niños del Sename que han muerto durante los últimos 11 años, no tiene una explicación concreta. Solo habla de lo que ve. De los 24 muchachos que cuida, junto a una compañera, en la Casa 4. De sus dos turnos de 8:30 a 20:30, los otros dos de 20:30 a 8:30 y los dos días libres que siguen. De ese mundo que pocos pueden ver.

-De repente entras al baño y ves que a pesar de que estaba limpio hace cinco minutos, ahora está lleno de papel hasta arriba, hediondo a pichí, hediondo a caca y tienes que mandar a alguien para que haga el aseo y nadie quiere. Y tienes que lidiar con eso. Convencerlos. Las peleas se arman por nada y no son limpias. Si el cabro agarra un escobillón, con eso le va a pegar al otro cabro. Porque entre ellos tienen códigos: no se pueden manchar las manos, pegándole con la mano en la cara al otro cabro. Porque eso es perder el estatus. El combo limpio hoy es para los giles. Lo mismo que trabajar, o laburantes, como nos dicen. Trabajar es para los giles y ellos son los vivos.

También hay otros códigos.

-Uno que para nosotros es bien tonto, es que en los días de visitas ninguno de ellos puede ir al baño a defecar. Porque vienen las mamás, vienen las hermanas. Lo hacen un poco por respeto hacia ellas, para que esté limpio.

Andrés Leal dice que cuando un muchacho llega, lo mandan a una casa dependiendo de su perfil. La 1, por ejemplo, es para los primerizos. Pero no siempre es fácil.

-Si viene un cabro por violación, se le inculca que debe decir que viene por robo con intimidación. O por cualquier otra cosa, pero que no se le salga. Ahora, si se le salió, va a haber que asumir lo que va a pasar. Si no nos damos cuenta, van a pegarle.

-¿Te hablan de sus vidas?

-Sí. Hay cabros que el papá y la mamá siempre han...

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