Diario de una chilena rodeada por el ébola - 16 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 524243806

Diario de una chilena rodeada por el ébola

Elisa, nuestra hija, ya tiene un mes. Nació en Chile. Cuando tenía seis meses de embarazo, y recién habíamos llegado, me dio tifus. Las enfermedades ocurren todo el tiempo acá. En octubre pasado, a Nico le dio malaria y bronconeumonia. Casi lo evacúan a París, porque no existían los medios para diagnosticarlo. Al final, no fue necesario: un doctor le dio un tratamiento y funcionó. Después de eso aprendimos que la gente aquí se enferma, sobre todo los extranjeros, que no están acostumbrados a este entorno. Es parte de los riesgos de vivir en estos países.

25 de marzo. Hoy vino nuestro amigo Tom Teuermeister a visitarnos. Después de ir a conocer a Manfred, un artista alemán, fuimos a almorzar a un restaurante. Mientras esperábamos nuestra mesa, me puse a hojear un diario. En la portada venía la noticia de que se había descubierto casos de ébola en Liberia, en la frontera con Guinea. Mi marido viaja mucho a ese lugar. Se me vino a la cabeza la película Epidemia, que trata de un virus que contagia a todo el mundo.

30 de marzo. Vivimos en un condominio de cuatro casas, en el barrio de Sinkor. Me da vergüenza contar cómo es mi casa. Desde lo más básico, es un contraste obsceno con el entorno: tenemos luz eléctrica, agua, alcantarillado, paredes sólidas, climatizador. Tiene piscina, un quincho, árboles frutales (mangos y plátanos) y, el detalle, un guardia con metralleta en la puerta. La diferencia con cómo vive la gente acá es tremenda: los liberianos usan un pozo que hay cada dos cuadras, tienen piso de tierra y generalmente las casas son de una sola pieza, con un techito como terraza afuera, que es donde ocurre la vida, cocinan, comen y están. Me costó muchísimo asumirlo, pero me di cuenta de que es necesario tener tu propia burbuja de protección, sobre todo por mi hija. En mi casa me siento totalmente segura. La llamamos nuestra african bubble. Sentimos paz y seguridad apenas cruzamos la puerta.

En la noche hicimos una comida e invitamos a todo el condominio. Al final, ellos se han transformado en mi familia. Hablamos del ébola. Nuestros vecinos, médicos de Air Med, dicen que no estamos en peligro, que son unos pocos casos, que se han dado muy lejos y que el riesgo de infección es solo por contacto directo o por comer animales del bosque, especialmente el murciélago de la fruta, que se cree que es el huésped de la enfermedad.

10 de mayo. Se registran los primeros casos de ébola en Monrovia. En el diario, el titular es "Ebola is in town".

8 de junio. No habíamos escuchado nada sobre el ébola en varias semanas, pero hoy salió una noticia horrible en el diario: en Foya, al norte de Liberia, cerca de la frontera con Guinea, encontraron familias enteras muertas por el contagio. Las imágenes me inquietaron de verdad.

10 de junio. Vengo del supermercado y vi algo que me preocupó: todos los empleados están usando guantes de látex. Y un par utiliza mascarillas, aunque el ébola no se transmite por el aire. No hay información por parte del gobierno de esta enfermedad; por internet me entero de qué hacer y cuáles son los síntomas: al principio es igual que una gripe.

15 de junio. Fuimos a comer a un restaurante con Ben Blevins, un amigo que se va de Liberia. Él trabajaba en un proyecto de promoción de la agricultura. Viene llegando del norte del país, donde ya se habla de unos 80 casos. Nos contó cómo se está enfocando y trabajando la epidemia allá. Dijo que los problemas eran muchos: no hay un mapa de dónde han ocurrido los contagios, la gente no le cree al personal de salud que trabaja para contener la enfermedad y a los pacientes no los...

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