La diaria lucha de las víctimas del hilo curado para dejar atrás sus dramáticas experiencias
En ese instante, las ganas de participar se esfumaron y se concentraron en conservar su extremidad, que fue reconstruida en una operación que tomó tres horas en la Clínica Santa María.
A cuatro años del accidente, el padre de la menor, Carlos Farías, recuerda con angustia dicha cirugía, aunque rescata que hoy su hija esté totalmente recuperada.
"Fue largo el tema de la rehabilitación. Ahora ella está tratando de ponerse al día en lo que es la parte física y mental, ya que de ese entonces que no ha podido asistir a campeonatos internacionales", cuenta.
La menor, en tanto, asegura que volvió a entrenar como antes del accidente para asistir a un torneo fuera del país. "Ya me siento bien... En su momento lo pasé mal y aún me pasa que cuando han caído volantines en la pista me asusto. Pero ya estoy 100% recuperada", señala Amanda, quien debió estar un año con kinesiología antes de calzarse nuevamente los patines.
Así, y ante una nueva celebración de Fiestas Patrias, la adolescente hace un llamado a la precaución y a la responsabilidad. "Si la gente quiere elevar volantines, lo puede hacer, pero con responsabilidad y sin hilo curado, porque puede herir a otras personas", pide la adolescente.
Normativa
Un año después de ocurrido el accidente de esta menor, el Congreso aprobó la Ley 20.700, que sanciona a quien fabrique, acopie o comercialice el hilo curado con penas de presidio menor en su grado mínimo (61 a 540 días de prisión) y con multas que van desde las 100 hasta las 500 UTM.
No obstante, y pese a la promulgación, la Seremi de Salud informó que en lo que va del año ha recibido 21 notificaciones por accidentes con este material, cifra superior a la registrada en 2015, pues hasta esta fecha solo hubo seis afectados.
Pero, a nivel global, desde que se promulgó esta ley en 2013, los accidentes han disminuido. Si en 2012 hubo 78, el año pasado se registraron 31.
Antes que el de Amanda, la bitácora registra otros casos de personas alcanzadas por el hilo cargado de vidrio molido y pegamento.
El más dramático de los últimos años se remonta a septiembre de 2003: Felipe Acevedo, de 18 años, murió luego de ser herido en su cuello mientras viajaba en su motocicleta en Américo Vespucio, en Maipú. Estudiante de Educación Física, iba a ver a su polola.
Un año después, en septiembre de 2004, Cristopher Ormeño, de entonces 7 años, sufrió un peligroso corte en su cara, cuando un hilo curado atravesó su rostro, desde la mejilla hasta el cuello, mientras...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba