Un día al borde del Rin - 2 de Octubre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 650059045

Un día al borde del Rin

El gótico tiene carta de ciudadanía en Colonia. Con su impresionante arquitectura y sus 157 metros de altura, la Catedral se encarga de salir a encontrar al afuerino. Lo hacía en la Edad Media, cuando miles de peregrinos llegaban a venerar las reliquias de los Reyes Magos. Lo hace ahora con las hordas de turistas que desembarcan en la estación. Nada más salir del tren, te cae encima como una sombra que sube hacia el cielo.

En su interior, ojo con uno de sus vitrales, inaugurado hace menos de 10 años. Diseñado por el artista Gerhard Richter, está compuesto por miles de cuadrados de diversos colores, ordenados al azar por un programa computacional, produciendo un inquietante resultado de abstracción lumínica que contrasta con los vitrales tradicionales y nos trae de regreso a la era digital (el mejor momento para apreciarlo es entre las 13 y las 15 horas).

Y aunque esté en el costado del templo, no hay que perderse la exhibición de fotos de la ciudad al término de la Segunda Guerra. La Catedral en pie en medio de las ruinas, dando testimonio de lo que había sido Europa, como dijo Orson Welles. El bombardeo por estos días es obra de los jugadores de Pokémon Go, que usan el templo como pokestop, !ay¡

Advertencia: que la Catedral no impida apreciar el arte románico. En un radio no muy extenso, que corresponde a la que fue la ciudad amurallada, Colonia cuenta con 12 iglesias románicas. Pasearse entre ellas es como tomar un curso sobre los diferentes estilos de la arquitectura medieval religiosa en Renania. La mayoría de los templos sufrió daños durante la guerra, y, por eso mismo, la joya es Sankt Maria in Lyskirchen, conservada tal cual a lo largo de ocho siglos. Aunque en las otras siempre aguarda alguna sorpresa, como los increíbles mosaicos de San Gereón, por ejemplo.

Siete puentes cruzan el Rin. La ribera del frente ha sido históricamente el espacio de las crecidas; el desahogo del río que también a veces ha dejado a la ciudad bajo metros de agua. Pese a ello, sus bordes están llenos de playitas muy frecuentadas en primavera y verano.

Las graderías construidas recientemente son también un inmejorable mirador para ver las embarcaciones pasar, esta vez con la Catedral como telón de fondo. Vale la pena atravesar y, para los más animosos, se recomienda hacerlo en bicicleta (10 euros diarios, aproximadamente).

Un último consejo para quienes se tiendan en estas orillas: es el lugar perfecto para leer al gran escritor de Colonia, Heinrich Böll...

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