El hombre detrás de Tomás González - 16 de Abril de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 272703899

El hombre detrás de Tomás González

La primera impresión de Yoel Gutiérrez al llegar a Alemania, en 1986, en su primer viaje fuera de Cuba, fue: hay robots capaces de entregar refrescos a cambio de monedas.

La primera impresión de Yoel Gutiérrez al ver Chile, en 1990, fue: tan bueno el país, tan malo el deporte.

La primera impresión de Yoel Gutiérrez al conocer a Tomás González, un niño de 13 años, en 1999, fue: es bueno, pero hay otros igual. Su primera impresión al verlo, ocho años después, con dos tobillos hechos miseria, fracasando en un enorme gimnasio de París, fue: es el mejor del mundo.

La primera impresión de su abuelo, director de la orquesta personal de Fulgencio Batista, cuando supo que la revolución cubana había triunfado, fue:

-Hijos. Cuiden sus zapatos y sus ropitas. Que en veinte años no va a quedar nada en la isla.

El patriarca de los Gutiérrez había amasado una fortuna considerable gracias a su talento como trompetista y a los buenos contactos: manejaba un enorme Chevrolet y vivía en una mansión junto su esposa y nueve hijos. Tras la victoria del ejército de Fidel Castro le aconsejó a toda su familia que dejara la isla. Nadie le hizo caso. Él mismo jamás se fue.

El dinero sí se esfumó. Ya cuando nació Yoel Gutiérrez, tercero de tres hermanos, en 1971, no quedaba nada. Su mamá era secretaria del Estado y su padre, Mateo, músico. Había sido educado junto con Paquito de Rivera, quien más tarde prefirió el exilio y se transformó en uno de los intérpretes de jazz más reconocidos del mundo. En Pinar de Río, pueblo a 170 kilómetros de La Habana, vivían la oposición al régimen como todos esos años: en silencio.

A los seis años, un entrenador, reclutó a Yoel para hacerlo gimnasta y lo incluyó en un programa de alto rendimiento que incluía un internado lejos de su casa, La Habana, y un adoctrinamiento planificado para generar campeones olímpicos. De esos años le quedaron dos consignas:

-Bajo sol, lluvia y sereno, deportistas seremos.

La otra tenía que ver con una de las obsesiones de Castro: los Juegos Olímpicos.

-La medalla de bronce está bien. La plata se reconoce. El oro se prioriza. Si sales cuarto: ¿a qué fuiste?

Para Seúl 1988, los que debían ser sus primeros Juegos, el gobierno decidió no asistir aduciendo falta de garantías de seguridad. Yoel estaba en plenitud de condiciones.

-Era un gimnasta exepcional. Muy talentoso, fino, elegante, pero lo que lo diferenciaba del resto era lo riguroso en los entrenamientos. Muy disciplinado -dice Erick López, compañero de equipo en esa época.

En lugar de los Juegos, Fidel Castro preparó un extravagante carnaval de un mes bautizado Festival Olímpico Cubano, sólo con deportistas de la isla. Gutiérrez lo encontró una medida razonable: se llevó un bronce y quedó feliz.

En su casa, puertas adentro, la crítica al régimen era usual.

-Pero yo, con 17 años, no me daba cuenta de nada; recién cuando comencé a viajar lo entendí. Pero incluso ahora, con todo lo mal que está Cuba, soy incapaz de ofender a Castro. Es algo que a la gente que creció en la revolución, marchando, le pasa. Un sentimiento muy raro.

Viajó a varios torneos fuera del país. A cada lugar donde iba quería quedarse. Estuvo un mes en Chile en 1990, en un campeonato Iberoamericano en La Serena. Le chocó el boom inmobiliario en la Avenida del Mar y el desorden generalizado de la gimnasia: no veía capacitación, ni planes de desarrollo, ni consignas.

En 2001 fue a un campeonato mundial en Indianápolis. Ahí ya lo tenía claro: quería desertar, pero había agentes del gobierno vigilando en cada momento a la delegación. Aprovechó, eso sí, de comprar, con el viático, poleras con la bandera de Estados Unidos y una caja de chicles.

-De vuelta en Cuba me trataron muy mal. Los entrenadores me decían: cómo puedes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR