El antes y después en la vida de los primeros testigos de la tragedia - 9 de Junio de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 378710334

El antes y después en la vida de los primeros testigos de la tragedia

La isla de Robinson Crusoe en el archipiélago Juan Fernández es un paraíso.

Un paraíso que muy pocos, sin embargo, viajan a explorar. Y la culpa ya no es del tsunami que la devastó el 27 de febrero de 2010, y del que ya queda poco por reconstruir. La culpa, coinciden los isleños, la tiene ese vuelo, el Casa 212 de la FACh que no logró aterrizar y se estrelló en el mar la tarde del dos se septiembre de 2011, y acabó con la vida de 21 personas, entre ellas dos emblemáticas: la del animador de televisión Felipe Camiroaga y del navegante y fundador de Desafío Levantemos Chile, Felipe Cubillos. Vuelo que todos en Bahía Cumberland esperaban. Venían a inaugurar obras, trazar la ruta para una carrera de aventura que fomentara el turismo y a registrar para la televisión los avances de la reconstrucción.

Un accidente que nunca debió haber ocurrido, porque ese vuelo nunca debió haber despegado.

Nano Recabarren está sentado en un sillón de su casa, cerro arriba en la calle Lord Anson en Bahía Cumberland. Desde ahí apunta hacia el lugar preciso donde se paró temprano esa mañana del 2 de septiembre, afuera en el jardín.

-Miré el mar. El viento era oeste y noroeste sobre 30 nudos y dije (por la radio): "Se cancela el vuelo, señor, se cancela el vuelo". Me preguntaron qué posibilidad había para más tarde. "Ninguna posibilidad, señor. Chao".

El vuelo cancelado era el de Aerolíneas Ata, donde trabaja hace décadas dando el tiempo, sin más instrumentos que sus ojos, su experiencia e intuición. Los instrumentos vinieron recién a instalarse a la isla después del accidente del Casa 212. Pero para Ata sigue siendo Nano Recabarren, sus ojos, su experiencia e intuición lo que decide un despegue o un aterrizaje

-Y me respetan -dice-. Pero yo no quiero respeto, sino que lo hago por las vidas humanas. Y si no me hicieran caso, yo no viajo, no voy a atender ese vuelo con mi bote. Yo gano por vuelo, pero no es gracia llevar al sacrificio a la gente.

Nano Recabarren es el patrón de Ocean Blue, la embarcación en que va a buscar a los pasajeros al aeródromo, al que se accede por mar o caminando unas siete horas por un sendero. Y ese dos de septiembre no era solamente malo para volar, sino que el mar tampoco estaba bueno para navegar, por eso esa mañana decidió no salir más allá del jardín de su casa.

-El de la FACh, fue un viaje innecesario, estúpido, no sé cómo llamarlo. Por esa estupidez perdí a mis dos amigos.

A Felipe Camiroaga lo conocía desde que tenía 15 años.

-Era muy renegociante. Traía carpa, rifles a postón y los cambiaba por langosta.

A Felipe Cubillos lo conoció por la reconstrucción. Solía transportarlo en su barco del aeródromo al muelle.

-Esas cosas duelen. Me saqué la rabia llorando. No culpo a la tripulación, aunque ellos también tomaron la decisión. Culpo al que autorizó ese vuelo.

El dueño de Ata le dio personalmente las gracias por haber insistido en cancelar ese vuelo ese día.

Nano Recabarren terminó dedicado a dar el tiempo para la aerolínea, porque no pudo ser pescador. Los mareos frustraron para él el oficio de toda su familia. Como su suegro fue el encargado de la construcción de la pista de aterrizaje en los 60, que era de tierra y había que mantener después de la llegada de cada avión, como si fuera una cancha de...

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