'Después de lo de Renato Poblete, dudo de todo'
Es como su "travesía por el desierto". Literalmente. En las calles polvorientas de La Chimba, entre las precarias construcciones, incluida la suya, el sacerdote Felipe Berríos vive lo que debe ser uno de los momentos más duros no solo de la Compañía de Jesús, sino propio: "Me ha llovido sobre mojado", dice. No solo por las graves acusaciones de abuso sexual contra Renato Poblete en enero y la muerte de su hermano mayor un mes después, sino porque todavía está procesando -cuenta- lo que supo a mediados del año pasado y que hoy relata por primera vez: un amigo muy cercano le confesó que había sido abusado de adolescente por el cura jesuita Leonel Ibacache, el mismo que fue denunciado en abril de 2018 por Helmut Kramer, exalumno del Colegio San Luis de Antofagasta, ciudad desde donde hoy Berríos rompe su silencio.-No he hablado más porque no estoy bien. Y para lo de Renato Poblete, no tengo respuesta y me estoy cuestionando muchas cosas. Estoy enrabiado, bajoneado -dice, sentado en una mesita con un tazón de café. En el suelo hay una caja de libros que le hizo llegar la escritora Isabel Allende para la biblioteca del campamento. Del techo cuelgan ordenadas sus herramientas, hay un lavaplatos y una pequeña cama detrás de un librero que hace de separación de espacios. De lejos se oyen las risas de los niños de una guardería llamada "Tarde segura", impecable y de colores alegres, que contrasta con el resto de la población y con el ánimo de Berríos. "Hamlet decía que las malas nuevas son tan cobardes que nunca llegan solas, sino en grupo", agrega.-El 2010, cuando nombraron a Monseñor Ezzati, usted dijo que su actitud "rescata la fuerza histórica de la Iglesia chilena, que sobrevivirá porque es la Iglesia del Padre Hurtado, de Silva Henríquez, del padre Renato Poblete". ¿Qué piensa hoy sobre Poblete?-Me siento... engañado. Hasta enero, en que fue la acusación, tenía una excelente opinión de Renato. Pero esto me ha golpeado, me tiene muy confundido, porque uno duda de todo. Yo, después de lo del Renato, dudo de todo.-¿Pero duda de qué?, ¿de seguir siendo sacerdote?-¿Qué significa ser sacerdote hoy? Porque si hay algo básico en el sacerdote, es la confianza; y si no la tenemos... Cuando entré a los jesuitas, el celibato era un signo de confianza, de consecuencia, de compromiso. Hoy día es solo un signo de sospecha.-¿Cuándo supo de la acusación de Marcela Aranda?-Como toda la gente, en enero, cuando leí el diario.-¿Nunca escuchó algo antes?-Nada. Al contrario, tenía una imagen de él muy favorable. Nunca viví ni trabajé con él, pero conmigo siempre fue muy atento, muy cariñoso, respetuoso. La imagen que tengo de él es de una persona muy sencilla, nunca lo vi exaltado.-Nunca pensó que pudiera tener una doble vida, como afirman ahora quienes lo conocieron.-Jamás. Para mí ha sido un golpe tremendo, como el que tuve con (Cristián) Precht.-¿Le costó creer al comienzo la denuncia de Marcela Aranda?-No, porque hablé con Jorge Costabal, que la conocía, y me dijo que era una persona totalmente creíble. No he leído hasta hoy su acusación, hasta que ella habló por televisión, pero el provincial me dijo que eran cosas graves, que la cuestión era seria... Y yo ya estaba muy golpeado. Fue una cosa in crescendo irme enterando de cosas. Lo del provincial (Eugenio Valenzuela) lo supe no por los jesuitas, sino cuando estaba en África, por uno de los que lo acusaba. Por...
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