El desprecio de las formas - 29 de Enero de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 921350142

El desprecio de las formas

A veces empleamos un lenguaje formal. En otras ocasiones, en cambio, acudimos al habla coloquial. Lo dicho vale también para la manera de vestirse: una persona criteriosa no acude a una recepción en la embajada británica con la misma ropa que utiliza en un día de campo. Además de las anteriores, también existen otras manifestaciones del lenguaje hablado. Una de ellas son los insultos; otra, el habla directamente obscena.La gente educada emplea las dos primeras formas de expresión, según el contexto, y reserva los insultos para casos muy excepcionales, esos donde podemos decir que el destinatario los merece. Usar los insultos como si fueran palabras comunes y corrientes es un síntoma de vulgaridad. Por último, una persona educada nunca emplea el lenguaje obsceno.Parece claro que el lenguaje que usamos influye en el modo en que convivimos. Las formas importan y las palabras tienen consecuencias. Si nuestro vecino trata a su pareja a garabatos, tendrá una barrera menos, y esa falta de autocontrol puede facilitar que un día la golpee.El episodio de la filtración de unas conversaciones inapropiadas -vulgares, para ser más precisos- en el Ministerio de Relaciones Exteriores nos corrobora algo que todos sabíamos: nuestro gobierno tiene serios problemas con el manejo de las formas políticas.Estas dificultades tienen lugar en dos planos. El primero consiste en no distinguir entre las maneras formales y las coloquiales de expresión. Se ve muy claro, por ejemplo, en las vestimentas de muchos asesores. Como probablemente piensan que la comodidad es el principio supremo de la vida, deambulan por La Moneda como si estuvieran en un camping . Aquí también influye su afán por mostrarse distintos, la necesidad de afirmar la propia personalidad rompiendo las reglas propias del mundo de los mayores. Se trata de un rasgo del que participan todas las generaciones, normalmente durante la adolescencia, aunque en este caso adquiere un carácter político.Además, varios de nuestros gobernantes tienen otro problema: como hemos visto en el episodio de las grabaciones, ellos trivializan el lenguaje vulgar, el garabato. Esto no es lo mismo que el habla coloquial. Uno puede tener gran confianza con sus amigos, pero no por eso actuará como si estuviera afectado por la coprolalia y se hallara condenado a una permanente vulgaridad.Me dirán que estoy atribuyendo al frenteamplismo un rasgo de época, que en realidad se da en todos los sectores políticos y sociales. Es verdad...

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