Desplazados por la sequía
Una alfombra de pasto brotando de la tierra. Despuntando en pleno invierno. Pegado aún al suelo, como una barba de una semana de crecida. Pero pese a todo, verde. Y más verde hay en los cerros, donde están los pinos y algunos árboles nativos, agua corriendo, rocío matutino y mucha lluvia.-Allá tenemos que llegar -le dice Ana Aguilera a su esposo, Jacinto Castillo, mientras miran unas fotografías que se proyectan en la pared.El matrimonio está sentado en una reunión del Comité de Sequía, que sesiona en uno de los salones de la Municipalidad de Illapel. Allí están las autoridades del pueblo y más de 60 crianceros que, como ellos, también están ilusionados con el paisaje que ven. Es todo lo que no hay en Illapel. O, más bien, como era antes: un valle transversal lleno de vegetación, irrigado por el río del mismo nombre que baja desde la cordillera hasta juntarse con el Choapa, el afluente que corre por el valle contiguo.Es comienzos de septiembre de 2019. El Comité de Sequía, que sesiona desde el año 2015, viene llegando de una gira por las regiones del Maule y Ñuble, donde visitaron algunos predios para cotizar arriendos. Desde hace algunas semanas, diversos grupos de campesinos comenzaron a organizarse para enviar sus animales al sur. Y, luego de algunos días, están allí mirando fotos, poniendo sus esperanzas en unos campos que por primera vez conocen.La comisión les informa que hay dos terrenos disponibles: uno del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en San Nicolás, Ñuble, y otro en Longaví, en el Maule. El primero es gratis, tiene 420 hectáreas y, lo que es bueno, tiene el pasto muy largo; el otro se arrienda en $12 millones, tiene 1.200 hectáreas y hay que esperar a que el pasto crezca. En los predios hay cupo para 2.000 animales. Prácticamente, la ciudad entera quedará sin ganado. Para juntar el dinero, los crianceros deberán pagar una cuota por cada animal que desean enviar -entre cabras, vacas y caballos-, mientras que el traslado correrá por cuenta de la minera Los Pelambres, a través de un convenio municipal.-!Qué lindura¡ -le agrega Ana a Jacinto, sin despegar los ojos de la foto.Jacinto Castillo tiene 59 años y su esposa, 51. Viven en Quebrada de Cárcamo, un sector cerca de Illapel. Son crianceros desde que nacieron. Castillo, incluso, perpetúa una tradición familiar que ya bordea un siglo, luego de que sus abuelos y sus padres vivieran de esta misma actividad.Hasta septiembre del año pasado, el matrimonio tenía 14 vacas, 14 caballos y 380 cabras, pero cada día eran menos. Los problemas con la sequía comenzaron a principios del invierno, cuando las cabras empezaron a abortar sus embarazos producto de la falta de forraje y las vacas se morían de hambre.Fue entonces que alguien planteó la posibilidad de irse al sur a buscar el pasto. La idea se propagó entre los campesinos más desesperados, que le pidieron al Comité de Sequía gestionar un traslado masivo, el que se concretó el 11 de septiembre cuando 11 camiones con 176 vacunos y 49 caballos partieron desde la medialuna de doña Juana rumbo a San Nicolás.Aunque en un principio se tenía proyectado llevar allí unos 1.000 animales, a última hora el SAG le traspasó la administración del fundo a la gobernación del Choapa, que decidió dividir ese cupo entre los crianceros de Illapel y Salamanca, la comuna contigua. Hasta entonces, según los números del municipio, en Illapel había fallecido el 45 por ciento de las 36 mil cabras y el 30 por ciento de los 10 mil vacunos."Hemos decidido ir a buscar el pastoreo donde está", dijo el alcalde Denis Cortés esa tarde, minutos antes de dar la partida a la caravana que él mismo encabezó, seguido por camiones con pancartas que decían: "Illapel ayuda a sus crianceros".El fundo de San Nicolás estaba ubicado a 690 kilómetros de Illapel. La comitiva viajó toda la noche y a la mañana...
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