Deshielo entre Cuba y Estados Unidos avanza lento, pero es irreversible
En uno de los gestos más significativos de esta nueva etapa, ambos países reabrieron sus embajadas, y desde agosto la bandera estadounidense flamea nuevamente frente al malecón de La Habana, mientras que la de Cuba ondea desde julio a menos de tres kilómetros de la Casa Blanca, en Washington.
Ha habido rondas de conversaciones, en uno y otro país, para tratar sobre los más diversos temas comunes. Sin embargo, dejar atrás más de cinco décadas de enemistad y resentimientos no ha sido fácil.
Del lado cubano, los principales puntos en disputa son el término del embargo económico y comercial sobre la isla -cuyo levantamiento depende del Congreso estadounidense- y Guantánamo. Y, por el lado de Estados Unidos, DD.HH. y democracia (ver recuadro).
Pese a todo, Obama cumplió una de las mayores aspiraciones del régimen al sacar a Cuba de la lista de los países que patrocinan el terrorismo. Además, a través de órdenes ejecutivas, ha logrado flexibilizar el embargo.
"Ambos gobiernos han ganado en interlocución bilateral, que es básico para avanzar en una normalización diplomática. El núcleo duro del embargo comercial se mantiene intacto, pero las posibilidades de colaboración bilateral en múltiples temas fronterizos se han ampliado", dice a "El Mercurio" Rafael Rojas, profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), en México, y Global Scholar en la Universidad de Princeton.
Además, "el momento latinoamericano que se está viviendo es un contexto propicio para que el sistema político de la isla, el único no democrático del hemisferio, se abra al ejercicio pleno de los derechos civiles y políticos de la ciudadanía", agrega.
Pero este acercamiento también produjo un efecto no deseado. Miles de cubanos decidieron abandonar la isla ante el temor de que se derogue la Ley de Ajuste Cubano, de 1966 (conocida también como pies secos, pies mojados), una norma que otorga residencia legal y otros beneficios a los isleños que pisan suelo estadounidense.
Este éxodo y la negativa de países como Nicaragua y Ecuador para recibirlos ha provocado una seria crisis humanitaria por el hacinamiento de unos 6.000 isleños en la frontera de Costa Rica con Panamá.
"La vida de los cubanos dentro de la isla ha cambiado desde el 17 de diciembre de 2014: ahora están más decepcionados que antes, y saben que en Cuba no se resolverá nada mientras el actual gobierno se mantenga en el poder. El aumento masivo de cubanos que emigran prueba lo que digo"...
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