Los desafíos del ballet en tiempos de cambio: '¿El fin de una era?' - 13 de Junio de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 868905531

Los desafíos del ballet en tiempos de cambio: '¿El fin de una era?'

El pasado 27 de mayo, al dar cuenta de su partida, los principales diarios internacionales hablaban del cierre de una era o ciclo dorado en la historia del ballet clásico. Carla Fracci, la más importante bailarina italiana del siglo XX y considerada por muchos como una prima ballerina assoluta , murió en Milán, su ciudad natal, a los 84 años tras una larga y férrea lucha contra un cáncer devastador que llevó en silencio. Eso sí, la artista se mantuvo activa mientras tuvo fuerzas y hasta hace muy poco, cuando el francés Manuel Legris, nuevo director artístico del ballet del Teatro alla Scala de Milán, la invitó a impartir unas lecciones magistrales a sus bailarines sobre su más inolvidable rol romántico: "Giselle"."Muy pocas grandes del siglo XX, como la propia Carla Fracci, tuvieron tantos y tan importantes partenaires como Erik Bruhn y Rudolf Nureyev", señala a "Artes y Letras" Pablo Aharonian, maestro de baile y coreólogo del Ballet de Santiago, quien tuvo el privilegio de bailar con la artista a inicios de la década de los 80, tras su paso por la Scala de Milán. Aharonian añade que con su fallecimiento "se acaba una era. !Totalmente¡ Ella representa todo un período de la Scala de Milán de la posguerra y catapultó al ballet romántico a un nivel internacional, mundial. Ella revivió el ballet romántico. Su escena de la locura de 'Giselle' es de antología", afirma el profesional del teatro de Agustinas.Carmen Gloria Larenas, exbailarina, crítica de danza y directora general del Municipal de Santiago, complementa que "no tenía la mejor línea, ni el mejor salto, ni los pies ideales; tampoco la técnica más brillante. Pero el total era singular, único, inolvidable; era una gran artista", explica. Larenas continúa con su reflexión y dice que -a diferencia de lo que sucede hoy- su búsqueda no se orientó a impactar de manera rápida y superficial. "Por el contrario, la Fracci invitaba a recorrer todo un relato, largo, de frases completas, toda una historia. No era una bailarina de ataque, explosiva. Seducía, cautivaba, poco apoco", comenta.Javier Ibacache, jefe de la unidad de programación artística y formación de públicos del Ministerio de las Culturas, crítico de danza y exdirector de programación del GAM, cita a la historiadora española Ana Abad Carlés, para quien la muerte de Carla Fracci (1936-2021) marca la despedida a una de las pocas leyendas que quedaban en la tradición del ballet. "Ella era la personificación de la danza. Quienes sentían devoción por su trabajo valoraban la amalgama de encantamiento e ingravidez con que enfrentaba el tour de force más desafiante. Es decir, era antes que todo una artista y luego, una intérprete. Esto parece ser además un sello de época en la segunda mitad del siglo XX en el ballet cuando se articula el sistema de compañías y escuelas que en gran medida sigue vigente", dice.Puntas y redes socialesLa partida de la legendaria intérprete milanesa también permite reflexionar sobre el estado actual de la danza clásica, en medio de la irrupción de las redes sociales, ante las nuevas olas de feminismo que huyen de los estereotipos clásicos de la mujer y en la era del #MeToo. ¿Estamos ante una figura en retirada? ¿Pueden surgir otras leyendas como la artista recientemente fallecida? Para Javier Ibacache curiosamente la vitrina permanente que en la actualidad ofrecen redes sociales como Instagram y TikTok a intérpretes y primeras figuras del ballet "relativizan la posibilidad de que surjan leyendas. Hoy en día, bailarinas y bailarines se muestran cercanos en sus cuentas personales; exhiben su cotidiano, su entrenamiento diario y otras dimensiones que parecían impensables hace un par de décadas. En esta cercanía se sacrifica la aureola de manera inevitable", expresa.Carmen Gloria Larenas valora que los temas que hoy marcan la agenda, la velocidad con la que nos conectamos, los medios de comunicación y en especial las redes sociales, "han logrado, para bien y para mal, bajar a los artistas del pedestal al planeta Tierra, a lo cotidiano. Sabemos qué come una estrella, sus problemas, sus alegrías y penas profundas, cómo luce su departamento, su casa, dónde compra su ropa, a qué causas adhiere... Es difícil ser una leyenda así. No es algo malo en sí mismo, pero ser popular hoy es muy diferente a lo que era serlo antes". La profesional agrega que en este contexto se puede confundir todo: "Los públicos a los que queremos llegar, el porqué te dedicas a la danza, para qué. Esa popularidad amplia es gratificante, qué duda cabe, y da un poder diferente, pero puede desorientar. El misterio que las rodeaba, ese halo de lo...

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