Derecho y moral - Derecho y moral - Libros y Revistas - VLEX 1028639534

Derecho y moral

AutorRudolf Laun
Cargo del AutorEx rector y profesor de la Universidad de Hamburgo
Páginas59-83
59
DERECHO Y MORAL
DERECHO Y MORAL
Siguiendo una vieja tradición académica*, recojo el símbolo del
cargo de manos de mi estimado predecesor, y suplico, ante todo, se
rae permita expresarle mi gratitud por las hermosas y cordiales pa-
labras que acaba de pronunciar.
Le doy también las gracias a nombre de la Universidad, del Se-
nado Académico y de las Facultades, por todo lo que ha hecho por
la Universidad durante el año rectoral que acaba de transcurrir, por
sus múltiples y valiosos esfuerzos siempre coronados de éxito y por
el enorme cúmulo de talento, trabajo y dedicación que puso al servi-
cio de su cargo. La Universidad no olvidará todo eso.
De acuerdo con una hermosa costumbre académica, pido, ade-
más, se me permita contribuir a la fiesta de hoy con algunas medita-
ciones acerca del campo de mis investigaciones. Versarán sobre un
tema que es para todos nosotros de la mayor importancia, tanto en
lo que se refiere a los fundamentos de nuestra concepción del mun-
do, cuanto en lo que concierne a las decisiones prácticas inmediatas
que a diario tomamos en la vida privada, en el derecho y en la polí-
tica. Se trata del problema del derecho y la moral.
Claro es que en el breve lapso en que puedo ocupar la pacien-
cia de ustedes, sólo me será posible trazar escuetos contornos, seme-
jantes a las pocas líneas con que un pintor bosqueja el cuadro antes
de realizarlo. Yo debo también, como el pintor, reservar la ejecución
a trabajos posteriores.
Nuestro punto de partida lo constituye el juicio de valor, el juicio
sobre el bien y el mal y la vivencia correspondiente del deber, de la
obligación, de la orden, del mandato, del imperativo, de la norma, o,
en otras palabras, la pregunta ¿qué debo hacer? o ¿qué es bueno?
*Discurso rectoral pronuncia do por el doctor Rudolf Laun el día 10 de noviembre
de 1984, al tomar posesión de la rectoría de la Universidad de Hamburgo. (Nota
del Traductor.)
60
RUDOLF LAUN
Ya Shaftesbury reconoció que la respuesta a esa pregunta no
puede derivarse de la amenaza divina de una recompensa o castigo,
ni tampoco de leyes naturales, físicas o fisiológicas, sino que el juicio
de valor es de especie propia. Pero Shaftesbury no pensó hasta el
final este pensamiento.
Como es sabido, fue Kant el primero en fundar una nueva éti-
ca, independiente de los dogmas religiosos y las leyes naturales, al
concebir la diferencia entre el acontecer y el deber como una oposi-
ción de categorías irreductibles de nuestro conocimiento.
Esta oposición entre el ser y el deber es fundamental para nues-
tro pensamiento. Domina incluso nuestra clasificación suprema de
las ciencias. En efecto, distinguimos las ciencias causales de las nor-
mativas, o imperativistas. Las primeras indagan lo que es; las segun-
das, lo que debe ser.
La ética y la ciencia del derecho pertenecen a ambos campos.
De una parte, estudian las costumbres e instituciones jurídicas exis-
tentes de manera causal, descriptiva y explicativa, histórica, psicoló-
gica y sociológica. Pero, de otra, preguntan ¿qué debo hacer?..., ¿qué
estoy obligado a hacer? Hablamos entonces de una ética y una cien-
cia jurídica imperativista o normativa. Los juristas llaman, de prefe-
rencia, dogmática a la consideración imperativista del derecho. Pro-
cede también normativa o dogmáticamente la práctica de los tribu-
nales, de las autoridades y abogados y de toda la literatura jurídica
enfocada hacia una aplicación práctica. Porque en todos estos casos
no se quiere describir o explicar causalmente, sino contestar la pre-
gunta ¿qué debe ser?, ¿qué es justo o injusto?
¿Cómo se puede responder a la pregunta qué debo hacer?
Nos encontramos aquí frente a una grave dificultad. Del ser no
es posible derivar ningún deber. De que el mundo causal transcurra
de tal o cual manera, no se sigue todavía que yo o alguien deba hacer
algo. De que alguien ordene algo —por ejemplo—, o que lo obtenga
por la fuerza, no se infiere que otro esté obligado a obedecer.
En el campo de la moral, Kant y todos los partidarios de la
ética imperativista eludieron la dificultad. Kant enseñó que la ley
moral es autónoma, que el hombre «sólo está sometido a una legis-
lación propia y sin embargo general». Lo cual significa que quien

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR