Una derecha fantástica - 11 de Marzo de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 705126869

Una derecha fantástica

La pregunta de cinéfilo es muy sencilla: ¿por qué algunos personajes de la película hablan con "voz de teleserie", y no con aquella que se emplea todos los días? Ese defecto es frecuente en ciertas películas nacionales; en las argentinas, en cambio, la gente conversa como si estuviera en su casa o en la calle, sin utilizar voces que suenan falsas. Afortunadamente, el jurado de la Academia no sabe castellano por lo que esa falla pasó inadvertida. En todo caso, me alegra por los hermanos Larraín, productores de la película, en particular Pablo: me gustó tanto "Jackie" que, si de mí dependiera, le daría un Oscar todas las semanas.

La pregunta sociológica apunta a la actitud condenatoria de las redes sociales, que denunciaron el hecho de que muchos conservadores chilenos no se alegraran por el premio. !Una verdadera traición a la patria¡, como si alguien estuviera vendiendo secretos militares a Bolivia. ¿De dónde salió ese patriotismo cinematográfico, que exige ponerse la camiseta de toda película que hace un chileno?

Ese nacionalismo barato exigiría que los fanáticos locales de Federer tuvieran que renunciar a sus preferencias de años en el caso de que el coloso suizo jugara la final de Wimbledon contra Nicolás Jarry, solo porque es chileno. Por favor, que vivan las provincias, pero no seamos provincianos.

Tengo más preguntas. Los conservadores que se apesadumbraron ante el triunfo de "Una mujer fantástica" tenían, ciertamente, una razón política. Sospechaban que ella iba a acelerar la tramitación de una mala ley de identidad de género.Tal como sucedió, si se atiende al éxtasis de la izquierda y de ciertas figuras de la derecha, que en un instante pasaron del plano cinematográfico al político y concluyeron que el Oscar exigía hacer algo. Curioso enigma: ¿por qué el hecho de celebrar una película tiene que traer consigo una determinada actitud legislativa? Es de esperar que en estos cuatro años a ninguno de nuestros gobernantes y senadores se les ocurra volver a ver "El Padrino", o alguna película de vampiros, porque las consecuencias serían muy peligrosas para el país.

Yo entiendo que existan partidarios de ese tipo de leyes de identidad de género, aunque a mí me parezcan una frívola traición a los menores de edad. También comprendo ciertos cambios de opinión en la materia, si bien me permito recordar que el propio Obama rehusó financiar con fondos públicos las operaciones de cambio de sexo, atendido el hecho de que no había evidencia...

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