Los demonios de Américo - 26 de Mayo de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 725694593

Los demonios de Américo

La idea le producía terror. Meterse voluntariamente a lo que imaginaba iba a ser como un manicomio, junto a un montón de gente con serios problemas psicológicos, era básicamente su peor pesadilla. Algo que lo podía volver loco de verdad.

Pero fue un mánager argentino que tenía en ese tiempo quien se lo recomendó encarecidamente, porque ya era muy evidente que no estaba manejando bien el tema del alcohol.

Ya desde fines del verano de 2014, Américo había instalado una rutina que él consideraba como un "recreo" y que consistía básicamente en encerrarse en su casa a beber. Ese verano hizo más de cuarenta shows y cumplió con un número similar de fechas en la época estival de 2015. Fueron años particularmente buenos para un hombre curtido en pellejerías varias y que no estaba dispuesto a descartar fechas y compromisos en virtud de una agenda más equilibrada o de un calendario con más descanso. Pero no consideró -porque nunca fue su estilo- el costo que esa intensa actividad iba a tener en su vida personal.

Los encierros etílicos comenzaban apenas cumplía con el último de los conciertos estivales. Américo descorchaba una o varias botellas y empezaba a beber, pero fuerte. Whisky en particular y con poco hielo. Y pasó que en ese «recreo», después del verano del 2015, las cosas se salieron de control y apareció su cara más fea. La cara de un hombre que había alcanzado el reconocimiento y el éxito, pero que estaba lejos de haber superado sus traumas de infancia que seguían rebotando en la adultez.

Llevaba unos tres días en lo mismo. En el jardín de su casa de Macul Alto, esa en la que mandó pintar una letra "A" en el fondo de su piscina iluminada, bebía creyendo que se estaba dando un gusto, relajándose después de meses de privaciones. Hasta que una tarde, frente a su madre que andaba de visita, su mujer, su hija recién nacida y su representante argentino de ese entonces, terminó pateando puertas y desafiando a quien quisiera hacerle ver que se le estaba pasando la mano.

-¿Me saco la chucha trabajando y no voy a poder tomarme un trago en mi propia casa? ¿Me estoy chupando la plata de ustedes, acaso? !Váyanse a la mierda y déjenme tranquilo¡

Su recuerdo es convenientemente borroso, como el de todas esas jornadas que al otro día no quería recordar. Pero ese mánager lo citó a una reunión al día siguiente de la fea borrachera y le dijo que tenían que hablar en serio. No le había gustado nada verlo así, le declaró, y le insistió en que tenía que asumir que...

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