La delicadeza - 8 de Agosto de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 690917769

La delicadeza

Ravel, al igual que otros ilustres compositores (Bizet, Schumann, Tchaikovsky, Debussy, Villa Lobos), no se sustrajo al encanto de la infancia como estímulo para pintar escenas nutridas de la cotidianidad hogareña o de la imaginería infantil surgida de las fantasías de cuentos y narraciones. El concierto se inició con la suite de "Ma mère l'oye" ("Mi madre la oca"), compuesta de cinco números que evocan ese mundo inocente: la bella durmiente, Pulgarcito, una feúcha que se transforma en una emperatriz china, la bella y la bestia que dialogan, el jardín de las hadas. El cariño de Ravel por esta obra de 1910, originalmente concebida para piano a cuatro manos, lo llevó a orquestarla y luego, a extenderla para convertirla en un ballet.

La versión fue calma y tenue. Ya desde el número inicial, Rudner dejó en claro su predisposición hacia tempi más lentos que lo acostumbrado, lo que no fue óbice para lograr una tersa y translúcida textura. Aunque el número final contiene un crescendo irresistible que incita al aplauso, no dejó de llamar la atención el entusiasmo de los auditores que supieron apreciar la obra en su conjunto y valorar la refinada poesía contenida en páginas de tanta delicadeza. Una preciosa interpretación.

Javier Lanis fue el solista en piano del Concierto en Sol, del mismo Ravel. Obra luminosa plena de dificultades rítmicas inspiradas en el jazz y melodismos a lo Gershwin, necesita en sus dos movimientos extremos precisión...

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